El
deterioro de un mundo
François-Henri
Désérable
Traducción
de Lola Bermúdez Medina
Cabaret
Voltaire
Madrid,
2024
178
páginas
Lo
comenta el propio François-Henri Désérable (Amiens, 1987) utilizando la voz de
Stendhal: «Un espejo que se pasea a lo largo del camino». Esa es la definición
que el autor suizo utilizó para definir la novela. A juicio de Désérable,
Stendhal se equivocaba, pues la imagen del espejo que se pasea representa mejor
la idea de lo que debe ser un libro de viajes que la de lo que nos figuramos
que impulsa a crear una novela. Un espejo, digámoslo pronto, no nos devuelve la
realidad, sino su representación, lo cual nos acerca al punto común que tienen
los libros de viajes y las novelas: buscar ciertas formas de verdad, darle
sentido al espectáculo —trágico o cómico— del mundo. En buena medida, no existe
una diferencia tan notable entre un género y otro: en ambos se crean personajes
y situaciones a partir de lo vivido.
Nuestro
viajero de hoy, un Désérable que ya se ha forjado en la novela, del que ya nos
ha traído esta misma editorial obras como Mi dueño y mi señor o Un
tal Sr. Piekielny, se propone presentarnos un país complicado, del que
apenas nos llegan noticias a través de tópicos y de situaciones violentas, como
es Irán. Désérable se embarca intrigado por una sociedad en la que están
reproduciéndose revueltas a partir de la muerte de Masha Amini en una comisaría
por no llevar convenientemente tapado el pelo. En septiembre de 2022 la policía
de la moral detuvo a la joven kurda mientras paseaba por Teherán aduciendo que
no cumplía unas leyes que resulta abusivas y discriminatorias. Désérable se
encuentra en ese país como uno de los pocos visitantes posibles, como una rara
avis en trance de descubrir. ¿De descubrir qué? Al final, lo único que podemos aprender
es aquello que nos resulta más próximo, lo que se acerca a nuestra aura, y es
en ese aprendizaje en el que se centra Désérable. Va hasta allí con intención
clara de escribir este libro, siguiendo la ruta que en su día trazó uno de los
grandes autores de libros de viajes, Nicolas Bouvier en Los caminos del
mundo. Como escritor, Désérable aspira a reproducir las virtudes literarias
de Bouvier —musicalidad, erudición, deslumbramiento de la mirada, alegría de
vivir, júbilo sensorial, asombro—, y como viajero a superar todos los miedos
que le han inducido antes de emprender el viaje, y que se van repitiendo a lo
largo del mismo por la reiteración de advertencias. En teoría, Irán es un país
muy asediado por su régimen y el yo que viaja debe hacerse el valiente. Todo el
mundo le dice ten cuidado y se siente en una exagerada obligación de tener
cuidado para salvar el pellejo.
A
la hora de la verdad, el mundo es un sitio más seguro de lo que nos están
intentando vender. De hecho, como en todo buen libro de viajes, lo que destaca
en esta reproducción de una travesía por Irán son los encuentros, las personas,
que nosotros leeremos como personajes, que son a la vez peculiares y
habituales: son reflejo del lugar por el que se transita y se merecen un cariño
excepcional. Este es el punto fuerte del libro que, por otra parte, no cesa de
transmitirnos la idea de que la tristeza que se desprende proviene de la incomodidad,
por utilizar un eufemismo, con que se vive. Hay un lamento latente al no poder
modificar nada, ser sólo testigo, dar testimonio, a la vez que hay una
admiración por ellos, por los que deberían ser los protagonistas de estos
libros, la gente de allí a la que, por limitaciones literarias, sólo podemos
conocer a través del espejo que pasea a lo largo del camino, el que nosotros
portamos.
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