La otra guerra
Leila Guerriero
Anagrama
Barcelona, 2021
93 páginas
El cementerio al que se
hace referencia surge cuando el equipo británico encargado de despejar el campo
de batalla se encuentra con que los fallecidos argentinos permanecen sobre tierra,
expuestos al frío y a la lluvia. Se les dará entierro, con el mayor respeto
posible, intentando identificar a cada individuo o, al menos, dejar constancia
de algún dato con el que las autoridades argentinas puedan identificarlos en el
futuro. Han pasado más de treinta años cuando se hace posible la instauración
de un cementerio en condiciones allí donde había un campo de cadáveres. Para
las familias surge la posibilidad de colocar una lápida con el nombre del hijo
o el hermano perdido, de transformar el camposanto en un lugar de oración, en
un lugar a partir del cual elaborar el duelo. Guerriero, que es una de las
mejores cronistas que respiran sobre el planeta, vuelve a tirar de oficio,
inteligencia y talento para exponer los avatares de transición, sobre todo las
trabas burocráticas y las mentiras oficiales, mientras va encontrándose con los
familiares. La farsa del orgullo nacional, del patriotismo navajero, será un
escollo, sí, como demuestra la negativa a acoger de regreso los cuerpos, pues
en los documentos británicos se hablará de repatriación y las autoridades
argentinas no consentirán ese término, pues repatriar supone traer desde fuera
de la patria y las Malvinas, reclaman, son suelo de la misma nación que acoge a
Buenos Aires, Córdoba o Mar del Plata.
Pero el acuerdo no
implicará repatriación, sino conciliación en el lugar donde entregaron la vida.
Se respetará el cementerio creado para albergarlos. Si bien, esta obra nos
habla, más directamente, sobre el deseo de serenidad, algo que sólo pueden
conseguir los familiares cuando se les entregue con sinceridad la historia
completa. Al fin y al cabo, ese el fin de cualquier proceso de duelo: el sosiego.
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