Cuando viajar era un
arte
Attilio Brilli
Traducción de José Ramón
Monreal
Elba
Barcelona, 2021
252 páginas
Este Cuando viajar era
un arte es un texto que nos habla del momento en que los libros de viajes
se enfrentan a su personal Bildugsroman, a su inflexión en el
crecimiento. Se parte de “una óptica romántica y una narración novelesca, una
psicologización del paisaje y una trama de aventuras y encuentros”, para
terminar en una variedad de libros que presentan diferentes enfoques del viaje,
que terminarán en la enciclopedia del manual turístico o la “proyección
psicológica de los estados de ánimo y de reflexiones provocadas por la
seducción pintoresca de los lugares en una forma emocionalmente reactiva”.
Brilli se vale de recursos filológicos -tanto literarios como ideando una
filología del viaje-, pero también morfológicos y estéticos, y, en cierta
medida, arqueológicos. Parte de los libros y comulga con los viajeros. Parte de
los testimonios y manifiesta, aunque de forma muy intelectual, su amor por lo
vivido por otros y la expresión de ese amor. Leer viajes ha pasado a equivaler
a ver recuerdos.
El libro abunda en
lecturas, muchas de las cuales se nos escapan. La erudición de Brili, en este
campo, es casi absoluta, lo cual da al libro una consistencia de tesis doctoral,
pero con bastante enjundia literaria. Establece un canon del arte de viajar, sobre
viajes y arte que pertenecen a una clase social acomodada y con un desarrollo
intelectual privilegiado, lo cual, por otra parte, no es sino condición de la
época, un registro que ya conocíamos y no impide disfrutar de esta lectura, de
esta impresión de viajes políticos, en el mejor sentido del término: viajes a
la polis y a las consecuencias de la sociedad organizada que habita y ha habitado
la polis. Un libro para conciliarnos con una parte de la memoria colectiva, con
lo que hubiéramos deseado vivir, para refugiarnos en nuestros sueños.
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