miércoles, 29 de octubre de 2025

EL GRAN TERREMOTO

 

El gran terremoto

Kathryn Schulz

Traducción de Teresa Bailach Arrate

Libros del Asteroide

Barcelona, 2025

78 páginas

 



La propia Kathryn Schulz (Ohio, 1974) confiesa que su reportaje indujo mucho terror entre los lectores, cuando se publicó en el año 2015 en la revista The New Yorker, un miedo del que dieron buena cuenta quienes lo reseñaron. No es para menos. El gran terremoto habla sobre algo que no ha sucedido, pero que amenaza con que pueda suceder: un movimiento sísmico en el noroeste de Estados Unidos cuyas consecuencias se asemejarían a las del que tuvo lugar en Japón, en el año 2011, conocido por cómo afectó a la central atómica de Fukushima. Este terremoto se ubicaría al norte de la famosa falla de San Andrés, en la zona de subducción de Cascadia, y según las previsiones de la propia Schulz causaría miles de muertos y unos daños materiales inmensos, de los que la región tardaría mucho tiempo en recuperarse. De hecho, buena parte del reportaje se dedica a las consecuencias de la destrucción: cuántas escuelas están en territorio peligroso y cuánto duraría su reconstrucción; cuánta gente se vería afectada por la desaparición de centros médicos que no comenzarían a funcionar hasta años más tarde; los problemas por la destrucción de conductos de agua potable y alcantarillado, puentes, carreteras; qué ocurriría en las casas que surten su energía gracias a las calderas de gas, y así en unos enunciados que podrían extenderse más.

Antes de llegar hasta allí, Schulz pone en marcha el espíritu didáctico que todo buen reportaje debe tener. Nos resume en qué consiste la escala de Richter y la relación entre la potencia de un terremoto y su duración, a partir de ciertos ejemplos, o las diferencias entre una gran ola y la devastadora masa de agua que es un tsunami. Y hasta se vale de un sencillo ejercicio que todos podemos hacer con las manos para explicar cómo funcionan las placas tectónicas y en qué circunstancias de esos movimientos se producen los terremotos. A continuación, nos expone cuáles son las regiones de riesgo y cómo están pobladas, urbanizadas, colonizadas, de una manera en la que no se ha tenido en cuenta el riesgo que supone la zona de subducción de Cascadia. Finalmente, y tras exponer las consecuencias, nos advierte de que lo mejor, en cuanto uno comienza a sentir los efectos de un terremoto, es ponerse a salvo, sin mirar atrás.

No es extraño que este reportaje causara pánico entre los lectores. De hecho, Schulz se vio obligada, un tiempo más tarde, a añadir un segundo artículo, que se incluye en esta edición, en el que refleja los mejores consejos para ponerse a salvo en el caso de que llegara el cataclismo: a quién afectaría el terremoto y el tsunami, cómo protegerse, cómo salir de ahí, o cómo informarse. El conjunto es un libro pequeño, pero de gran potencial, que coloca a Schulz en la categoría de los grandes cronistas de investigación, de gente como Sebastian Junger, por ejemplo, de quien hace poco esta misma editorial recuperó La tormenta perfecta.

Lo que experimenta el lector es miedo, pero se trata del tipo de miedo que, a no ser que habites en la región amenazada, resulta magnético. Schulz no intenta que nos vengamos abajo, que nuestras convicciones o la fe en la humanidad se desvanezca, ni siquiera que comencemos a desconfiar hasta el punto de echar el cerrojo en cuanto entramos en casa. Lo que hace es descubrirnos que el mundo geográfico es mucho más amplio de lo que conocemos, que estamos todavía en periodos de descubrimiento y que en su país pueden volver a producirse desastres como el del monte Santa Helena, que tuvo lugar en 1980. Ser la primera economía mundial no te garantiza estar seguro. La advertencia que debemos hacer al lector es que el miedo que sentimos es algo que, en realidad, ponemos nosotros. Esperamos que no sea impedimento para emprender la lectura de este pequeño gran libro.


Fuente: Zenda

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