Esta tierra es nuestra
tierra
Suketu Mehta
Traducción de Aurora
Echevarría
Literatura Random House
Barcelona, 2021
349 páginas
En realidad, Mehta lo que
hace es organizar una suerte de ideas que se extienden por medios de
comunicación y por redes sociales, por conversaciones y entre la vida comunitaria,
y organizarlas para facilitar nuestra impresión sobre el fenómeno inmigratorio
y la convivencia. Nos habla de casos particulares y de datos globales, y el
libro va cargándose como se carga una bola de nieve: no hay expresiones
veleidosas, pues la emoción que transmite, que se aproxima mucho al enfado, tiene
que ver con la acumulación de razones. Sobre todo cuando aterriza y expone
vivencias de primera mano, que a veces suceden en su lugar de residencia, Nueva
York, y en otras ocasiones cuando ha partido para buscar la historia o las
historias le surgen al encuentro, en episodios que podrían formar uno de los
mejores libros de viajes que leeremos en mucho tiempo. Mehta nos recuerda, nos
expone y da sentido a cada una de las facetas con que se malvive la
inmigración, recomponiéndolas de tal modo que nos vayamos dando cuenta de que
por nuestra parte carecemos de respeto y nos sobran prejuicios.
Lamentablemente, estos prejuicios, que son violencia, se propagan en una epidemia
de histeria a través de redes sociales.
El libro comienza con el
fenómeno que define la inmigración, que es la frontera. Nos acerca a la de
Estados Unidos con México y nos enfrenta a las paradojas de la gente que
separa, marca territorio, crea barreras. Nos habla de la estafa que es el
relato de la tierra prometida, por un lado, y de las contradicciones de una
supuesta ideología de raza frente a las intenciones de humanitarismo. También
viajamos hasta los Emiratos Árabes, para conocer el esclavismo al que se somete
al inmigrante y hasta a la franja de mar que separa África de Europa, y a una
costa donde conocerá a quienes sufragaron un viaje salvaje con su propio
cuerpo. A continuación, Mehta habla sobre la colonización y ala descolonización,
presentando el expolio de la primera y la chapuza con que se ejecutó la
segunda. Tanto una como otra son responsabilidad del occidente rico y cree que
como tal debería asumir cierta responsabilidad, como la de permitir el acceso a
quienes sufren las consecuencias de la depredación. Ahora las grandes corporaciones
han sustituido a los ejércitos, pero el fenómeno colonial persiste, apoyado por
el selvático sistema financiero, que rige los pasos del mundo: “Los países en
desarrollo pierden en paraísos fiscales tres veces más que los 125 mil millones
que obtienen de ayuda”. También es responsabilidad de los países ricos este
último fenómeno de refugiados, que son los que huyen de las consecuencias del
cambio climático, y que se suman a los inmigrantes económicos y los refugiados
políticos. Hay que temer, y mucho, las consecuencias de las guerras del agua,
de las inundaciones, de las sequías.
“El refugiado, según el
sociólogo polaco Zygmunt Bauman, trae consigo el espectro del caos y la
anarquía que lo ha obligado a abandonar su tierra”, explica. Porque, por
respeto, también intenta entender los miedos de quienes secundan los populismos
de ultraderecha, una expresión que se nos antoja eufemística a estas alturas y
una vez comprobadas las consecuencias. Las decisiones gubernamentales y las
políticas contra la inmigración que se implantan en países como Hungría o
Dinamarca (sí, Dinamarca también), comulgan con la tendencia que impuso Donald
Trump, que se presenta como una persona desnortada, una expresión que también
es un eufemismo, cuando coteja sus razones con la razón humana. Mehta, escritor
con fundamento, arremete contra el odio que generan los relatos, contra la
literatura histérica y la hipocresía que nos llega en conceptos de
civilizaciones basados en ideas primarias, maniqueas. En ellos ve el germen de
la xenofobia y la incitación a la limpieza étnica, un concepto que se divulgó
durante las guerras de los Balcanes y que Mehta recupera. En realidad, tras los
gobiernos plutocráticos, como el de Estados Unidos, y su navegación en esa
corriente, denuncia, está la aporafobia, el odio al pobre, y el afán de
mantener las jerarquías, el poder, el mal.
Pero Mehta no se limitará
al estudio y la denuncia, pues irá aportando dosis de motivos, inteligentes y
sensibles, para la aceptación de un planeta cosmopolita en el que en lugar de
guetos se deberían crear senderos por los que circular todos. Desmonta uno a
uno todas las leyendas xenófobas reclamando que se humanice a quienes aportan
riqueza económica, social y cultural. Cuando Jesucristo lanza la parábola del
buen samaritano, responde a la pregunta: “Maestro, ¿quién es el prójimo?”. En
Judea, los habitantes de Samaria eran considerados inmigrantes con menos derechos,
por ser algo así como extranjeros bárbaros. Ahora viene un escritor con mucho
talento a recordarnos quién es el prójimo a través de un ensayo que deberían leer
aquellos que todavía no han conseguido responder a esa pregunta, quien pone las
banderas por delante de lo humano.
Fuente: Revista de letras
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