Tu nombre
Esther Yi
Traducción de Javier Calvo
Aristas Martínez
Badajoz, 2023
234 páginas
Buscar a alguien que no
quiere que se le encuentre, o buscarse a sí mismo como resultado de esa búsqueda,
sin saber que tal vez sea eso lo que realmente uno está buscando, es un asunto
que ya habíamos leído en anteriores ocasiones, como en Nocturno hindú,
de Antonio Tabucchi. Esther Yi (Los Ángeles, 1989) vuelve a tomar en
consideración que este viaje atravesando los problemas de la identidad es el
gran asunto que deberíamos tratar, y gesta una primera novela con una potencia
que roza por momentos lo onírico, y que siempre nos mantiene en guardia. El
planteamiento de inicio nos lleva a sospechar que estamos frente a una obra que
se arrima a lo juvenil, al fanfiction: una chica se enamora
platónicamente de un miembro de un grupo musical de K-pop, y hasta emprende un
viaje a la Corea natal del cantante para intentar dar con él. Hay que advertir
que la familia de nuestra protagonista es también coreana. Pero enseguida
descubrimos que hay algo interesante en este cantante, que crea unas letras en
las que el enigma se combina con los giros literarios que nos hacen pensar.
Esos mismos giros, guiados por singularidades, dan pie a una voz que nos
desorienta constantemente, empujándonos a no perder detalle del texto: «Quería darle a su mente un cuchillo de carnicero con el que
desprender todo pensamiento débil y conveniente. También quería arriesgarse a
la mayor confusión posible», «Mi cabeza se comportaba como si fuera
una persona en sí misma, una persona que sospecha que acababa de salir de la
penitenciaría, de tan independiente y hostil que era».
El caso es que enamorada
de la ilusión, la muchacha emprende un viaje que dará pie a una estructura en
la que irá yendo de puerto a puerto, de encuentro a encuentro, siguiendo las
pistas que le dictan quienes le salen al paso. Se sabe divergente, hasta el
punto de confesar que ama con resentimiento, otra singularidad, y nos hace
someternos a una mirada de sensual contemplación. En realidad, nos está
llamando a considerar que esto que hemos construido con la percepción, y que
llamamos realidad, puede ser una secuencia de farsas, pero las necesitamos para
sostenernos. De ahí estas convicciones que sentimos, que provienen de la
necesidad de creernos la farsa para gestionar el desatino de vivir.
Esther Yi separa amor de
enamoramiento y se pregunta de qué nos estamos enamorando, si es de la farsa o
es de la persona. A la hora de la verdad, se nos sugiere a través de la novela,
lo que hacemos es ir descubriendo sensaciones mientras recorremos el mundo,
experimentar, porque nuestra autora sabe, y nos lo demuestra a través del
parcial conocimiento de la protagonista, que sólo podemos concebir una parte,
que el todo es inmenso, de escala inhumana. «Mis sueños ya opulentos de Moon», define así su obsesión por una persona cuyo nombre no es
gratuito: luna, lunático, lunar… «La vacuidad espiritual de nuestro
consumo y de nuestra conversación, la tortura diaria de justificar nuestra
fraudulencia ética, el anhelo cada vez más intenso de amor en un mundo que
obstaculizaba sistemáticamente nuestra capacidad misma para experimentarlo…
entre toda esa desolación, ¿cómo podría alguien no pensar que la solución era
retirarse al otro lado de los muros del yo y volverse completamente singular?».
La novela nos plantea un
viaje y un sueño, y la imperiosa necesidad de vivir con ilusiones, pero
terminará por revelarnos algo diferente. No desvelamos nada sobre el final si comentamos
el shock emocional que produce darse cuenta de que en el futuro lo que nos
espera no es lo que preveíamos, afectado de nuevo por la ilusión, sino
degeneraciones, ocasos, tal vez ruinas. Tu nombre es una sorpresa dentro
del panorama narrativo, y un acierto a la hora de elegir la novela como nuestra
próxima lectura.
Fuente: Zenda
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