Hasta dónde llega la luz
Sabrina Imbler
Traducción de Sandra Caula
Big Sur
Barcelona, 2023
266 páginas
Bajo la superficie del
mar hay un mundo muy intenso lleno de monstruos. Las criaturas que allí habitan
tienen costumbres y modos de supervivencia que dejan en pañales la imaginación
del más creativo autor de ciencia ficción. Cuando parece que ya nada puede
sorprendernos, aparecen los pulpos, las medusas, las anémonas, los peces de los
arrecifes, las grandes bestias o los cangrejos abisales, y nos dejan con el
cerebro hecho papilla: ¿cómo es posible que la vida haya llegado a dotar a un
ser casi sin cerebro de unos recursos tan brutales, tan enigmáticos, tan fantásticos?
En realidad, bucear dentro del alma humana se podría asemejar a la exploración
submarina: uno nunca termina de sorprenderse, ni siquiera cuando el alma en el
que se sumerge es la propia. Un psicoanálisis en condiciones es eterno, es como
el mapa que ideó Borges, en el que su autor, empeñado en reproducir cada
accidente geográfico, elabora un mapa del mismo tamaño del territorio que refleja.
Es decir, para elaborar un psicoanálisis en condiciones, cada segundo de terapia
debería equivaler a un segundo de lo vivido.
Pero eso no significa que
uno deba resignarse. Hay posibilidades de estudiar qué nos ha construido, cómo es
que nacimos siendo lo que somos y cómo descubrimos lo que somos. Hay opciones para
facilitar nuestro autoconocimiento y la integración consecuente, no
engañándonos a nosotros mismos. El tema es la identidad, pero esto va más allá
de un proyecto literario, aunque apunte a psicoterapia: se trata de reconciliarse
con todo, empezando por el yo, para así poder vivir sin escollos o reduciendo
los escollos a lo exterior. Nada de generar más resistencias a partir de ahora.
Lo que hace Sabrina Imbler es asombroso, tanto como las criaturas con las que
trata, a las que estudia, las que elige. Cada una de ellas, desde el gusano al
esturión, desde la sepia al cachalote, es vista a través de una peculiaridad
con la que se identifica: el físico extravagante, la relación social, la
adaptación a la ausencia de luz, las formas de sexo, etc., y al mismo tiempo va
exponiendo cómo ella se descubre, descubre su género queer, su no inclusión en
la norma, su mestizaje, su filiación, y así va reconciliándose consigo. La
estrategia es alternar párrafos, y nos deja a nosotros que establezcamos los
hilos que enganchan a unos y a otros. Y las conclusiones pasan por aceptar que
cada individuo es un océano. Y que la propia Imbler representa uno de los
océanos que más nos podrán llamar la atención. El libro es, digámoslo sin
miramientos, delicioso. Es una delicia para los oceanógrafos, para los psicólogos,
para los que buscan integración, para los que no se atreven a definirse, para
los cobardes y para los valientes. Es una de las mejores lecturas con las que
comenzar el año y no nos va a abandonar fácilmente.
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