Inventario de algunas
cosas perdidas
Judith Schalansky
Traducción de Roberto
Bravo de la Varga
Acantilado
Barcelona, 2021
303 páginas
La nostalgia es el estado natural del hombre.
¡Qué lástima comprobar cómo se va alejando aquello tan bueno
que una vez estuvo a nuestro alcance! A veces sólo sabemos que hemos querido
porque sólo sentimos la pérdida. Y, sin embargo, hay un trasfondo sanísimo en
esa reflexión: si hemos querido es porque fuimos seres sintientes y esa cualidad,
la de ser sensible, no se pierde tan fácilmente. Podemos disfrazarnos de roca,
pero a la larga cualquier agua terminará por erosionarnos. Así pues, lo mejor,
lo terapéutico, es reconocer esa nostalgia y considerar que la tristeza melancólica
no tiene por qué ser leída como una enfermedad. A todos nos gusta estar alegres,
pero la euforia no deja de ser fuegos artificiales frente a la constante sensación
de echar de menos, porque la memoria es casi todo para nosotros.
A partir de este
principio, Judith Schalansky (Greifswald, 1980) construye un libro en el que se
enuncian casi todas las versiones posibles de la nostalgia. Desde que leímos el
sorprendente Atlas de islas remotas, esperábamos con ansia una nueva
obra, y ésta nos llega para hablar de lo que hemos perdido: “días pasados,
imperios caídos, amores perdidos y oraciones no escuchadas”, dictará en uno de
los episodios, en una enumeración que se podría prolongar tanto como se
prolongaría la suma de las vidas de miles de personas. La fabulación será otro
de los puntos fuertes de la creación de Schalansky, una fabulación
imprescindible para interpretar el pasado, para hablar sobre la destrucción y
la descomposición, y las versiones de las mismas, que pueden dejar un surco
eterno en la memoria colectiva o apenas ser humo de alguna memoria particular.
La intención, claramente, es la de conseguir que algo perviva. ¿Podemos
recuperar el pasado? No está tan claro, pero si esta recuperación nos hace
bien, ¿por qué no intentarlo? Schalansky da “la palabra a lo que está sumido en
el silencio” y llora por lo perdido. “Esta obra habla por igual de búsquedas y
de hallazgos, de pérdidas y de conquistas, guiada por la intuición de que la
diferencia entre presencia y ausencia es puramente marginal, siempre que exista
la memoria”.
Y para ello Schalansky
pone en marcha todos los recursos literarios conocidos, acertando a la hora de
adecuarlos a la consistencia de cada capítulo. Comenzará por referirnos una
improbable crónica sobre la isla paradisíaca, un lugar perfecto, en el
Pacífico, donde no existe la maldad, y nos contagiará de la necesidad de seguir
creyendo en los mitos. Reseñará la brutalidad medieval que acabó con bestias
legendarias, advirtiendo sobre qué parte de esos seres brutales seguimos
heredando. Nos llevará al territorio próximo al relato de terror para acompañarla
en su experiencia personal a la búsqueda del esqueleto de un unicornio. Recreará
el espíritu de la decadencia y de la decadencia de la aristocracia, visitando
ruinas, que son símbolo del destino de la arrogancia. Coqueteará con el flujo
de conciencia de alguien a punto de verse liquidado como lo que fue, y lo fue
todo porque fue Greta Garbo. Expresará admiración natural por el amor y por la
poesía, inseparables, cuando nos hable de Safo. Reflejará el peso emocional de
la infancia recordando el palacio vinculado a la familia, y también el peso
emocional del pasado de la familia, esa gente que se reúne alrededor de los relatos
de la infancia. Tratará sobre la pérdida del paraíso real, el que estaba entre
los ríos Tigris y Éufrates, cuando indague en cómo se arrasó con la religión de
Mani, la que dio origen al concepto de maniqueísmo. Pintará un cuadro romántico
sobre una idea de un puerto. Se proyectará en el yo creativo de un anacoreta
que quiso crear el imposible mapa de la erudición. Llevará la historia de la
extinta RDA a un cuento que comulga con el realismo social. Y junto a ella nos
convertiremos en observadores, en el tipo solitario que encuentra en la luna un
motivo para seguir viviendo, y lo hace con poesía.
Con todos estos mimbres,
Schalansky construye un libro delicioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario