Transformaciones
Anne Sexton
Traducción de María Ramos
Ilustraciones de Sandra
Rilova
Nórdica
Madrid, 2021
171 páginas
Los cuentos de hadas, o
los cuentos infantiles tradicionales, ocultan siempre sucesos muy oscuros.
Sexton se ensucia las manos con la parte más siniestra y la trata con una
naturalidad que hace revivir a la oscuridad. Puede haber un trasfondo demoníaco
en ese afán por la sangre, por los hombres truncados, por la muerte, por los animales
simbólicos, por la belleza como temeridad en los cuentos de hadas. Puede que a
él acuda Sexton para descubrir que con esas sensaciones, que ya estudiaron
psicoanalistas como Bruno Bettleheim, se construyen hallazgos poéticos, figuras
poéticas que resultan muy contemporáneas. La rana es el escroto de un padre, por
ejemplo. O esta descripción de una relación sexual, que deslumbra, en el cuento
de Rapunzel: “Pero él la deslumbró con su palo danzante. / Se tumbaron juntos
sobre los hilos amarillos, / nadaron entre ellos”. Por no hablar de cómo
entiende el final clásico de los cuentos y a qué debería traducirse: “y así
pasaron sus días / viviendo felices para siempre…, / una especie de féretro, /
una especie de miedo azul. / ¿No es así?”
Blancanieves comerá siete
hígados de pollo cuando entre en la casa de los enanitos, en un relato que comienza
asegurando que “Tengas la vida que tengas / una virgen es una muñeca agradable”.
Una muñeca agradable que come hígados de pollo y que termina sus días, o al
menos los días que cuentan para el relato permaneciendo en palacio, “abriendo y
cerrando sus ojos azul esmalte, / y hablando de vez en cuando con su espejo, /
como hacen las mujeres”. El sexo y la realidad, a la que se enfrenta con un
simbolismo que nos remite a Kafka y, por qué no, a Poeta en Nueva York o
a ciertas obras de Silvia Plath, con quien compartía la depresión suicida, serán
ejes sobre los que circule una voz narrativa muy libre, que encuentra
asociaciones sorprendentes y efectos de humor. La preocupación por la figura
femenina y, sobre todo, una brutal sinceridad, serán dos connotaciones que nos
estén recordando sobre qué estamos leyendo: cuentos morales a los que se les
priva de moralidad tradicional, aquella con la que se pretendía aleccionar a
los niños. Así va componiendo unas interpelaciones al lector que nos golpean
con mucha fuerza, pues no cesan de ser sorprendentes.
¿Qué es la realidad? Nos preguntamos
durante la lectura, con una potencia semejante a la que nos sacude cuando
leemos las novelas de Kafka. Hay un extrañamiento que en esta edición se
suaviza gracias a unas ilustraciones tan limpias como sugerentes. La edición, a
la que acompaña el texto original en inglés, no puede ser más cuidada. La única
realidad de la que podemos dar fe es la del amor por los libros y el amor por
la literatura, la de siempre y la que todavía requiere de mucha imaginación,
que aquí se ve muy bien traducida por María Ramos.
Antes de terminar una
advertencia: “Aquel que mata a su padre / y gana tres veces a su madre / deshace
el hechizo”. Las interpretaciones son tan inquietantes como múltiples.
Fuente: Revista de letras
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