Desde dentro
Martin Amis
Traducción de Jesús Zulaika
Anagrama
Barcelona, 2021
620 páginas
En algún lugar de este libro mestizo, Martín Amis (Swansea, 1949) comenta que son tres los verbos que rigen los días de un escritor: vivir, leer y escribir.
Si uno lee percibiendo y
escribe pensando -aunque no sea del todo exacto y resulten afirmaciones
incompletas-, ¿qué acción debemos aplicar cuando vive? Uno vive sintiendo, reflexionando,
aprendiendo, curioseando, amando y odiando, y así podríamos continuar, en una
enumeración de verbos que agotarían el diccionario. Lo que resulta un poco más
enigmático de la secuencia de verbos que elige Amis, pues en secuencia es como
los expone, como si se tratara de acciones que se suceden, que no son
simultáneas, es su impermeabilidad y sus fronteras: ¿un escritor es un tipo de
lee, escribe y vive? Tal vez la búsqueda de la respuesta a esta pregunta sea la
esencia de esta obra, en la que la memoria lo es todo para su autor y en la que
muestra un uso muy inteligente de la misma. Y en la inteligencia se impone la
amistad, o una especie de amistad en la que está muy presente la admiración.
Las figuras que se imponen son las de Christopher Hitchens, que es un igual por
pertenecer a su generación, pero una figura que ayuda a explicar la política,
la situación actual, desde la erudición histórica; y, sobre todo, Saul Bellow,
que es el maestro, con todo lo que la acepción de esta palabra implica, alguien
de quien aprender por admiración puramente humana y por respeto intelectual.
También encontramos a Philip Larkin, o la obra poética de Philip Larkin, para
ser más precisos.
Tal vez sea la amistad el
hilo que enhebra este Desde dentro, y si utilizamos la locución tal
vez se debe a que Amis se esfuerza por crear una obra híbrida, de difícil
definición, en la que se pueda permitir utilizar todos los recursos a su alcance.
Hablamos de autoficción y de dietario, de crítica literaria y de relato, pero
también hablamos, y mucho, de saldar deudas. Este es uno de esos libros que a su
autor le podrían haber costado disgustos personales de haber sido publicado
hace unos años, cuando buena parte de las personas que en él aparecen estaban
vivas, incluida aquella que tiene tanto peso en sus días y sus noches: Kingsley
Amis. ¿Está destinada a cerrar heridas? Por momentos da esa impresión, pero esos
momentos se superan gracias a la inteligencia de un autor que es muy consciente
de tener una capacidad extraordinaria para trabajar con su materia gris, y que
sabe escribir sin abusar del lector. En ningún momento se nos exige un esfuerzo
desmesurado, comulgar con ruedas de molino, ni siquiera cuando tenemos que acudir,
con frecuencia, a las notas a pie de página. En varias ocasiones, serán esas
notas los párrafos donde encontremos al Martin Amis más personal, con el que
resulta más sencillo identificarse: al que antepone vivir a la lectura y a la
escritura. Y, sin embargo, será en los momentos en los que entre en análisis
literario cuando más intenso se vuelva. Amis ha vivido para la literatura -leer
y escribir- y sabe cómo transmitirlo, cómo lograr que nos convenza su opinión acerca
de la novela, de la narración, del arte.
Entramos al libro a
través de Nabokov y la afirmación de que el arte es largo, pero la vida es
breve. Esto nos dará una pista acerca de la formación de Amis, patente a lo
largo de un libro que podríamos atrevernos a catalogar de posmoderno, si no
fuera porque su autor conoce demasiado bien la posmodernidad, el relativismo absoluto,
la muerte de los grandes discursos ideológicos universalistas. En realidad,
Amis es un autor ilustrado, que aparenta hablar de un caos sin esperanza, pero
sabe que en la formación como persona encontraremos los frutos más positivos. A
lo largo del libro veremos cómo siembra y cultiva relaciones, que también se deterioran
e incluso, en ocasiones, se refieren al filo de la locura. Asistimos
constantemente a una tensión sexual que tiene poco de secreta y prácticamente
nada de resuelta, que, de hecho, está vinculada en muchas ocasiones con esa
flor de la locura. Veremos cómo se sacraliza a la literatura y a quienes
habitan en una esfera que no siempre comulga con el resto de los mortales, como
al estudiar las causas y consecuencias de las grandes crisis de los últimos
años: el 11 de septiembre o los grandes movimientos de refugiados. A pesar de
tanta formación y de tantas asas a las que agarrarse, Amis nos refleja cómo no dejamos
de ser títeres en medio de las tormentas, las tormentas históricas y las
tormentas de las pasiones. Así compone un trabajo imposible en el que sale bien
parado: sabe que no podemos ordenar la memoria, que es capricho y es turbación,
que tiene la consistencia y la estructura de los sueños, pero nos entrega un
libro emocionante que se lee con facilidad, con la facilidad con que saben
expresarse los grandes autores.
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