viernes, 3 de mayo de 2019

LEJOS DEL CHAMPAGNE


Lejos del champagne
Carlos Torrero
Sloper
Palma de Mallorca, 2019
167 páginas

Lo primero que llama la atención es lo que da de sí la frase corta. Acostumbrados a leer con este tipo de sintaxis una literatura mínimal, hija de Carver, por ejemplo, sorprende el uso que hace de ella Carlos Torrero (Cuenca, 1979), tan alejado del cinismo cotidiano, de la mirada breve, pero cautiva de la necesidad de indagar en los apuntes del natural del autor americano. En este libro de cuentos, la ingenuidad se impone e impide el menor asomo de cinismo. Lo cual, dicho sea de paso, es un elogio. En la antigua Roma ingenuo quería decir hombre libre, y heredando esa libertad Torrero hace gala de un humor que se nos antoja necesario, imprescindible, incluso, para mantenerse a flote en lo que sea que hemos construido entre todos. Esa libertad le permite, por otra parte, romper las reglas de la estructura clásica de la obra corta, y consigue, en un ejercicio literario de altura, que con nuevas directrices acordes a las formas de comunicación que han ido surgiendo, el cuento no deje de ser un relato redondo.
La mirada de Torrero es oblicua, atraviesa los lugares comunes para enhebrar unos relatos muy dinámicos, en los que los hábitos humanos, esa parte nuestra que nos tomamos tan en serio, dejan de ser buenos por el hecho de ser frecuentes. Y pasan a ser un motivo de celebración, aunque de ese tipo de celebraciones para las que no se abre una botella de champán. Hace falta mucho ingenio, pero también un sentido crítico de calado, como vamos comprobando con esta suma de fragmentos que nos hablan de una realidad ingrata, pero a la que podemos sobrevivir si aprendemos a reírnos con ella. Torrero nos demuestra cómo se puede convivir con lo feo y se cuestiona en qué estamos transformando esto que llamamos, a falta de otra expresión, vida normal. La creatividad toma partido por el humor como tabla de náufrago.
Estamos frente a uno de los libros de relatos más agradecido que leeremos en este año. Siendo un libro de acciones, actos, sucesos, tropiezos, no deja de ser un libro de personajes. Los seres que habitan en las páginas que crea Torrero son tipos que han perdido, en algún momento, la inercia de lo cotidiano, de la costumbre de vivir con unos hábitos a los que loamos, pero que están fragmentados y nos fragmentan. Se trata de una obra muy entretenida, sí, pero de un libro muy serio. Tal y como desearíamos que fueran nuestros días.

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