Lejos del champagne
Carlos
Torrero
Sloper
Palma
de Mallorca, 2019
167
páginas
Lo
primero que llama la atención es lo que da de sí la frase corta. Acostumbrados
a leer con este tipo de sintaxis una literatura mínimal, hija de Carver, por
ejemplo, sorprende el uso que hace de ella Carlos Torrero (Cuenca, 1979), tan
alejado del cinismo cotidiano, de la mirada breve, pero cautiva de la necesidad
de indagar en los apuntes del natural del autor americano. En este libro de
cuentos, la ingenuidad se impone e impide el menor asomo de cinismo. Lo cual, dicho
sea de paso, es un elogio. En la antigua Roma ingenuo quería decir hombre
libre, y heredando esa libertad Torrero hace gala de un humor que se nos antoja
necesario, imprescindible, incluso, para mantenerse a flote en lo que sea que
hemos construido entre todos. Esa libertad le permite, por otra parte, romper
las reglas de la estructura clásica de la obra corta, y consigue, en un
ejercicio literario de altura, que con nuevas directrices acordes a las formas
de comunicación que han ido surgiendo, el cuento no deje de ser un relato
redondo.
La
mirada de Torrero es oblicua, atraviesa los lugares comunes para enhebrar unos
relatos muy dinámicos, en los que los hábitos humanos, esa parte nuestra que
nos tomamos tan en serio, dejan de ser buenos por el hecho de ser frecuentes. Y
pasan a ser un motivo de celebración, aunque de ese tipo de celebraciones para
las que no se abre una botella de champán. Hace falta mucho ingenio, pero también
un sentido crítico de calado, como vamos comprobando con esta suma de
fragmentos que nos hablan de una realidad ingrata, pero a la que podemos
sobrevivir si aprendemos a reírnos con ella. Torrero nos demuestra cómo se
puede convivir con lo feo y se cuestiona en qué estamos transformando esto que
llamamos, a falta de otra expresión, vida normal. La creatividad toma partido
por el humor como tabla de náufrago.
Estamos
frente a uno de los libros de relatos más agradecido que leeremos en este año.
Siendo un libro de acciones, actos, sucesos, tropiezos, no deja de ser un libro
de personajes. Los seres que habitan en las páginas que crea Torrero son tipos
que han perdido, en algún momento, la inercia de lo cotidiano, de la costumbre
de vivir con unos hábitos a los que loamos, pero que están fragmentados y nos
fragmentan. Se trata de una obra muy entretenida, sí, pero de un libro muy
serio. Tal y como desearíamos que fueran nuestros días.
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