Lemmings
Jordi
Dausà
Delito
Barcelona,
2019
235
páginas
Existe
una analgesia peor que la física, aunque esta tenga por origen una patología
neurológica crónica, que es la analgesia de la memoria. Peor que no sentir
dolor es no sentir quién eres. La memoria es un regalo cargado de veneno, pero
no deja de ser un regalo. Nos dificulta reinventarnos, hasta el punto de ser
necesario, con frecuencia, poner mucha distancia de por medio para volver a
flotar entre los líquidos de la vida cuando ésta no nos va bien. Pero es, al
mismo tiempo, el depósito donde, por ejemplo, guardamos las alertas que hemos
ido acumulando a través de la experiencia. Sin memoria nada nos avisaría de que
es el momento de volver a nacer, de ir a algún lugar donde seremos otro
personaje, donde nadie nos conoce ni sabe nada acerca de nuestro pasado. Porque
al pasado le debemos una suerte de fidelidad: cuando nos encontramos frente a
quienes compartieron parte de él, nuestra actitud responde a un criterio ya establecido,
nuestro temperamento es el previamente cultivado. No podemos huir de él, pero
sí podríamos volver a nacer, si tenemos el coraje suficiente como para hacerlo.
El problema es volver a nacer solo, porque nacer duele.
Pero
también duele haber sido, que es lo que le sucede al personaje de esta novela.
Atrapado en un cuerpo con una enfermedad congénita que le libra del dolor
físico, se descubre en una situación insólita, rodeado de muertos y con dinero
manchado de sangre. Su objetivo será recuperar la memoria, tras encontrar a
unas personas que representan a las capas sociales más bajas, esas a las que
nuestra civilización cataloga como feas, que le ayudarán a sobrevivir como
ayudan algunos seres a los niños que protagonizan los cuentos de hadas, esos
que se han lanzado al camino sin saber qué les espera. En este caso, ese camino
nace en un polígono industrial, escenario que se está convirtiendo en símbolo
de la estupidez social, del vacío y las formas jurásicas mercantiles, rendida a la economía.
El
peso narrativo de la novela se centra en descubrir a este personaje, que irá
recuperando la memoria con el rigor de una biografía: desde su primera etapa
como ser vivo hasta la actualidad. Se trata de una vida marginal, de alguien
con pocos, por no decir ninguno, privilegios. Un superviviente de las capas bajas
sociales que ha luchado, física y espiritualmente, por salir adelante. La
narración avanza con solidez, sobre cimientos que nos resultan familiares, con
una voz que se dirige a nosotros en segunda persona del singular, es decir,
como si fuéramos el protagonista, y que nos lleva a pensar que es el propio protagonista
el que habla, eso sí, desde un extrañamiento de sí mismo. A la carga más o
menos emocional que supone la búsqueda de identidad, se añadirá la resolución
de la intriga sobre la situación inicial. La gente, como es propia en el género
negro, no irá siendo la misma a medida que nos acerquemos a la resolución,
excepto aquellos cuyo contenido es la bondad innata.
Con
esta novela debuta la editorial Delito, a la que deseamos la mejor de las suertes
en un proyecto que merece la pena: poner a la literatura más próxima en la órbita
de un género que contiene la imagen de una civilización distorsionada, que
necesitaría renacer cada día.
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