Eva en
los mundos. Escritoras y cronistas
Ricardo Martínez Llorca
(La
línea horizonte ediciones, 2019)
Trece son las escritoras y cronistas en cuyos
mundos nos aventura Ricardo Martínez Llorca (Salamanca, 1966) con el cuidado,
la atención y la belleza del retratista que capta la esencia de la persona –sus
desiertos, sus acantilados, sus montañas íntimas, sus mareas nocturnas– y la
plasma desde el asombro que transciende los límites terrestres del ser humano y
del artista y se instala en el cielo del arte y de la humanidad: Sofía
Casanova, Carmen de Burgos, Marina Tsvietáieva, Rebecca West, Hayashi Fumiko,
Martha Gellhorn, Annemarie Schwarzenbach, Edna O’Brien, Joan Didion, Janet
Malcolm, Helen Garner, Svetlana Aleksiévich y Leila Guerriero.
“No existe la realidad, como no existe la
felicidad o la libertad. Existen las libertades y también las realidades, y una
felicidad tan desigual como interrumpida y, por tanto también articulada en
plural”, advierte Martínez Llorca antes de comenzar el viaje a las libertades,
las realidades, las (in)felicidades, las ficciones, las miradas, las
exploraciones, las justicias (o sus búsquedas) y las soledades de trece Evas
unidas por aquello que las distingue y las aleja: su particularidad.
En sus múltiples mundos Eva está escandalosamente
sola, buscando ese mínimo espacio donde siente que su cuerpo es suyo. Sabe que
para revivir hay que morir primero, sabe que solo los pequeños gestos que nos
dignifican por un momento nos salvarán, sabe la rapidez con la que cambia la
vida, sabe percibir cuando alguien no aparta los ojos, sabe poner su deseo muy
por delante de la realidad y lleva chocolate a la guerra y rebeldía a la vida y
consigue noche a noche, con las paredes garrapateadas de versos, valor para la
soledad en las tormentas, para ser (in)feliz en el desierto. Eva, que vive tan
sentimentalmente, se siente atraída por las personas que ya no pueden
autoreprimirse, por las personas que –al igual que ella, aunque ella no lo
sepa– son el músculo del mundo, por las personas que son un escudo contra las
multitudes, por la grieta en la que asoma la pena, por la muerte de la
soberbia, por la emoción ajena, por los demás, es decir, por lo que no
defrauda, es decir, por la literatura. Desde las entrañas escribe, desde la
precariedad del equilibrio interior le lanza seminalmente su mundo al mundo y
es imposible no reconocer su temblor, su necesidad, y es imposible no conmoverse,
apartar los ojos.
Conviene conocer dónde estamos antes de comenzar
el viaje: será imposible regresar al mismo lugar.
Celia Corral Cañas
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