Perros de paja
John Gray
Traducción de Albino
Santos Mosquera
Sexto Piso
Madrid, 2023
223 páginas
A la humanidad conviene
pasarle el plumero de vez en cuando. Y para ello hace falta un talento como el
de John Gray (South Shields, Inglaterra, 1948), invertido en una forma de saber
que se identifica con la sensatez: «La idea de progreso no es más que el
ansia de inmortalidad con un toque tecnofuturista. No es aquí donde se puede
encontrar la cordura, ni tampoco en las eternidades apolilladas de los místicos», nos dice, para concluir con una pregunta: «¿Tan inconcebible nos resulta que el objetivo de la vida sea
sencillamente ver?».
Perros de paja es una recopilación de reflexiones en
las que uno se asoma a todos los abismos: la ciencia, la filosofía, la
sociedad, la economía, la religión… Es un libro que nos coloca frente a todos
los espejos cuestionando los valores que se han ido convirtiendo en lugares
comunes a lo largo de tantos siglos de pensamiento acumulado. Aunque su
especialidad, donde Gray se muestra más hábil, especialmente sensato, es en los
temas filosóficos, en los conceptos de verdad derivada de las ramas de la
ciencia o la ética. En realidad, Gray critica constantemente el solipsismo con
el que hemos ido creciendo, y que nos hace sentir un cierto orgullo por
pertenecer a la especie elegida: «El avance científico nos hace creer que
somos diferentes del resto de animales; ahora bien, nuestra historia nos enseña
que no lo somos». Para Gray deberíamos tener en
cuenta, a la hora de pensar, que no dejamos de ser una especie más, que estamos
condicionados por las fórmulas de pensamiento religioso, que ahora vemos
expresadas en el humanismo, y que la vida de acción no es más satisfactoria que
la vida de contemplación. Los ejes sobre los que gira su pensamiento son
sencillos, y la forma que tiene de expresarlos es divulgativa, pero, utilizando
un término que él odiaría, científica.
John Gray se apoya en
todo tipo de textos, populares, míticos o literarios, para centrar sus ideas, añadiendo
al ensayo un tono que no nos permite descanso y nos arroja satisfacción. Se
pregunta sobre lo irracional, mientras también duda acerca de la veracidad de
las conclusiones humanas que extraemos de las ramas más racionales de nuestros
saberes, que son las científicas. Considera un error separarnos del resto de
los animales o atribuir a la hipótesis de Gaia una tendencia poética. Revisa el
pensamiento antropocéntrico, marcado por el cristianismo, de la línea
filosófica que atraviesa desde Hume a Wittgenstein, pasando por Kant, Schopenhauer,
Nietzsche y Heidegger. Se centrará en el yo y la ilusión del yo, en la ilusión
de identidad individual a partir de Lord Jim, del budismo y de la
tendencia religiosa que él parece entender que nos respeta mejor, que es el
taoísmo: «Para los taoístas, la vida buena no era más que la vida
natural hábilmente vivida. Se trata de una vida que no tiene ningún propósito
particular. No tiene nada que ver con la voluntad y no consiste en la
realización de ningún ideal concreto».
Nos va a hablar acerca de
la moral como obediencia y como ficción, de la tragedia y el sentido de justicia,
de la libertad de elección, a la que califica de fetiche, y de la
espontaneidad. Tratará acerca de la idea de salvación, de las necesidades que
sentimos y que creemos satisfacer gracias a las drogas o la tecnología. Irá
repasando los hitos de la historia que nos llevaron hasta este «supermercado cultural» en el que vivimos, caracterizado por
el capitalismo de la distracción, por unos medios de comunicación a los que lo
único que les importa es la sugestión, y por una globalización que «es un amontonamiento caótico de nuevas tecnologías. Si algún
efecto general tiene, no es el de difundir “los valores modernos”, sino el de
consumirlos». Han transcurrido algo más de veinte años desde la
publicación en inglés de este libro. Pero, hoy en día, sigue siendo un texto
que uno no para de subrayar, porque encuentra en él una sobredosis de cordura.
Y eso resulta de lo más satisfactorio.
Fuente: Zenda
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