Delta
Gabi Martínez
Seix Barral
Barcelona, 2023
440 páginas
Estos son algunos de los escritores
de referencia de Gabi Martínez (Barcelona, 1971): Henry Beston, Roger Deakin,
Wilfred Thesiger, Rachel Carson. La vida aislada en la naturaleza, el agua como
lugar de bautismo constante, la convivencia con los habitantes de las marismas
y la defensa del medio ambiente contra cualquier ecocidio. Cuatro mimbres con
los que tejer esa cualidad que podríamos llamar tener buen corazón, lo cual puede
ser un obstáculo para una vida regida por unos señores con mantequilla hasta
las orejas que gobiernan el mundo con la sensibilidad de un psicópata. Eres un
buen muchacho, pero no entiendes nada, es una sentencia que puede escuchan
quien se rige por proyectos en los que se pretende rescatar lo único que nos
salva: la dignidad y la belleza. Delta entra de lleno en este propósito,
en esta literatura comprometida, construida sobre el sustrato de una duda
constante: «¿Eres de confianza o no?». Si vas a traicionar a alguien, ¿a
quién vas a traicionar? Pero no hay traición alguna en este relato de un año
viviendo en una casa en el delta del Ebro. Y vivir significa convivir: con el
agua, con la gente, con la naturaleza, con los ideales. Sólo existe una forma
de expresar la intensidad de la vida y esta tiene que ver con querer. Gabi
Martínez tiene tal cariño por en entorno que siente que vive en él, es decir,
que será el entorno el que te vaya construyendo. En cuanto a los habitantes,
los vecinos, la tribu, a la hora de participar en la vida con ellos se muestra
respetuoso, y a la hora de expresarlo en negro sobre blanco, como autor,
proyecta un cariño digno de los mejores novelistas.
Hay felicidad, y junto a
ella van viniendo las ráfagas de las inevitables hermanas de la felicidad, que
son la tristeza, la rabia o el conocimiento. Sabíamos que nos encontrábamos
frente a un autor serio, en el sentido en que puede ser seria la serenidad,
pero también frente a alguien con formación de periodista al que no le duelen
prendas en reconocer su deseo de poesía, un deseo que nos atravesará incluso el
físico: «Hay un nosequé atmosférico que distingue a cada espacio y
basta con respirarlo para que cabezas distintas acaben pensando de una forma
similar». Esa poesía sólo puede encontrarse en la naturaleza, a la
que estamos unidas por magia, por encanto. Encanto viene del latín incantare,
que significa cantar una fórmula mágica contra uno y para uno, y es sinónimo de
hechizar. Pero Gabi Martínez pone los pies en tierra constantemente, y nos
hablará de la mirada sobre el mundo que tiene los cultivadores de arroz o los
ganaderos de toro bravo. Con ellos habla y a ellos escucha, siempre es cordial,
porque está convencido de que la única fórmula que existe para resolver los
problemas es el respeto, entender que los problemas no son conflictos en los
que uno deba imponerse, sino resoluciones que surgen del diálogo. Aunque estará,
eso sí, la administración como antónimo de vida, de querer. Basta con recordar
la película Vivir, de Akira Kurosawa, para saber a qué nos referimos: un
anciano decide luchar contra la plomiza, eterna y circular burocracia, a favor
de una pequeña victoria de los desfavorecidos para convencerse de que la vida
tiene sentido.
Hay
mucha reflexión acerca de los debates ecológicos, entre las formas de naturalismo,
o convivencia intervenida con la naturaleza, y conservacionismo, o permanencia
pura del entorno. Es inevitable en un viaje vertical, en el que no pasa
zumbando por los sitios, sino que se aspira a integrarlos, a que lleguen a ser
parte de uno. De ahí, también, la erudición, los cambios de centros de interés
constantes, de lo informativo a lo narrativo, del conocimiento, que es memoria
colectiva, a la memoria propia. Y todo con una habilidad para la escritura que
hace que en ningún momento se pierda el pulso ni se vean las costuras. Da la
sensación de que Gabi Martínez nació para escribir este tipo de libros, y
nosotros no podemos sino entregarnos a esta literatura en la que destaca, por
encima de todo, la sinceridad.
Fuente: Zenda
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