Los herederos
Eve Fairbanks
Traducción de Juanjo Estrella
Península
Barcelona, 2023
478 páginas
Eve Fairbanks ha escrito
uno de los mejores textos de periodismo que se pueden haber construido jamás, por
su serenidad, por su elaboración, por su impacto, y el que tal vez sea el libro
del año en nuestro país. A lo largo de más de una década, nuestra periodista
vive en Sudáfrica y se interesa por los cambios que sucedieron en el país desde
hace cincuenta años. Se trata de uno de los grandes asuntos que incumben a la
humanidad: cómo ir desde un régimen de segregación, desde la desigualdad, hasta
lo que sea que se pueda construir a continuación. Pero su interés no atañe a la
política, a la enunciación en abstracto, a las cifras, sino al territorio de
los que pisan la calle. La historia que estamos acostumbrados a leer no es la
historia de la gente, y contra ese mal hábito está construido Los herederos.
Fairbanks elige tres personas para elaborar la narración de estos cambios que,
como dice uno de ellos, «se sucedían sin nosotros», para confeccionar un exhaustivo análisis sobre por qué es
imposible que lleguen a mezclarse el agua y el aceite, o si en lugar de
imposible no deberíamos calificarlo como improbable, porque nuestra voluntad
también cuenta. A lo largo de las páginas flota la maldición de las castas, de
los pisos con techos de cristal, de los estratos de poder —incluidos los pequeños poderes que otorgan las costumbres—, para dejarnos, como debe hacer todo buen trabajo de
periodismo, con muchas preguntas. Nos quedaremos dudando si esta imposición de
sedimentos, que se mantendrá a pesar de las decisiones y elaboraciones
políticas, es una cuestión de fondo o una cuestión, como nos gustaría suponer,
de carcasa.
Las personas cuyas vidas
elige seguir son una madre y una hija nacidas en Soweto, en el núcleo de la
marginación, que se rebelarán a plena potencia, y un muchacho blanco que presenta
la mayor parte de las características del antagonismo frente a estas mujeres, y
que también es beligerante en su causa. Fairbanks se expresa con una empatía
que sólo puede ser fruto de la amistad, pues a todos les concede el privilegio
de considerar que son gente de principios, y que estos les dictan que sus
razones son de justicia. Y, mientras tanto, despliega todo un relato de historia
contemporánea a través de episodios secundarios, que no pierden el pulso y nos
resultan clarificadores: la vida no sólo es lo que elaboran nuestros
personajes, también es lo que sucede a su alrededor y va tallando cada paso, la
evolución del apartheid hacia algo que no conseguiremos definir y que nos deja,
eso sí, con el malestar.
Los herederos es una obra escrita contra el
reduccionismo, contra la costumbre de considerar que problemas complejos, tanto
como cualquier conflicto que atañe a la conciencia individual y a la social, afectados
por esos antónimos que son la cultura y la economía, requiere explicaciones
simples. De hecho, Fairbanks no expone ninguna hipótesis y dejará que sea el
lector el que se pronuncie. Ella, eso sí, ha facilitado todos los datos
precisos para poder elaborarla y, lo que es más serio, la inquietud necesaria
para que nos resulte casi imposible negarnos la necesidad de encontrar algún
tipo de explicación. En el centro del análisis consecuente estaré el verbo
desnortar: los cambios son tan graves e impactantes que nos lleva a
preguntarnos a qué intereses se deben, porque de ellos sólo hemos ido
conociendo un relato, el superficial, el que exponen los titulares de prensa.
La verdad de lo que ha sucedido, de lo que está sucediendo, exige otro tipo de
entrega que afecta a la psicología individual y a la psicología de grupo, al
margen de todas las demás ciencias humanas, desde la sociología hasta la
historia. Y también la literatura, porque la experiencia de lectura de Los
herederos es comparable a la de cualquier obra de otro género, por sus
recursos constructivos y su expresividad, que es deductiva y no formal. Siempre
sin perder el centro de interés, el gran tema sobre el que Fairbanks elabora
este libro, que atañe a la conveniencia de preguntarnos, como personas y como
especie, en qué estamos equivocados y qué es lo que debemos seguir aprendiendo.
Fuente: Zenda
No hay comentarios:
Publicar un comentario