lunes, 16 de octubre de 2017

MÍSTICA EN CUEROS

Mística en cueros
Jordi Lara
Entre Ambos
Barcelona, 2016
202 páginas

Historia mundial del relato


El relato, o el cuento o la novela corta, contiene la profundidad especializada en llenar nuestro cuenco interior. Nadie se siente igual a quien era antes de leer una de las narraciones breves de Chejov, Maupassant, Paul Bowles, Ignacio Aldecoa, Borges, Conrad, Stevenson, Clarín, Delibes, García Márquez, Hemingway, Carver y tantos otros. No existe escritor que en algún momento no haya querido ser alguno de ellos, sobre todo Borges o Chejov, y uno siempre tiene la impresión de que quien relata en corto intenta actualizar la literatura de alguno de los grandes, o de varios de ellos a la vez. Tal vez sea la buena envidia, o tal vez el reconocimiento a un género sin el cual nuestra vida sería un poco menos emocionante, un poco más fea. Esa es la primera sensación que uno tiene al leer los seis relatos que componen esta Mística en cueros, de Jordi Lara (Vic, 1968), un autor que por primera vez traduce sus obras al castellano. La selección está hecha de tal manera que uno comienza pensando en la vigencia del cuento de postguerra, porque esto que llaman crisis es una postguerra, y acaba creyendo que existe un Jordi Lara escritor que a partir de ahora tendrá una voz propia.
La mañana de mi infancia sabe a Aldecoa, a rural, a lenguaje bien vigilado. Dibuja un personaje caracterizado por la moral del ingenuo, tan brava como sincera, tan necesaria. Y que se ve enfrentado al miedo a eso que lo va a transformar en lo que viene, maldita sea, después de la infancia, representado en algo tan común como cambiar una bicicleta por una moto. El paraje de la infancia será el paraíso en el que habitamos junto a los poetas muertos, que compartieron sus actos de juventud en la misma tierra.
Zapatos de boscal nos remite a un realismo parecido al que practicaron en su juventud los Goytisolo. El asunto atañe a la etapa de la emigración interior: del sur a la más rica Cataluña. Ahí están las dos generaciones: la primera de los inmigrantes y la primera nacida en Cataluña, que viajan al sur para comprarle al padre unos zapatos como regalo en su ochenta cumpleaños. El regreso les llevará a reconocer un mundo moribundo y dos tipos de nostalgia, y al lector a enterarse de que ciertos debates sobre la existencia o no de dos países y su futuro político no es otra cosa que ganas de llevar la contraria.
Dasha Biryuk es un homenaje, y al mismo tiempo una forma de claudicación, a esa idea que iguala al cine con el sueño. Una joven directora de cine coreana, que practica la narración experimental, se suicida. A partir de aquí el relato contiene una reflexión sobre la excentricidad que suplanta al genio, lo onírico que suplanta a la imaginación y la divinización después de la muerte como la solemnidad trascendente, es decir, algo que roza la estupidez.
Un cuento de hadas también toca, aunque de manera diferente, la confusión entre realidad y sueño. De hecho, el relato no es redondo, como parece exigir la distancia corta, sino que mantiene la estructura de los sueños, que pueden tener muchas interpretaciones, pero están muy desestructurados. La gente va y viene en la vida del tío y el sobrino, llega y se queda o se larga sin despedirse. Mientras tanto uno recorre el itinerario de un pueblo mostrando su hipocondría, y el otro construye belenes que después destruye. En este caso, el cuento de hadas es el consuelo, algo muy minusvalorado, que alguien encuentra en una joven exdrogadicta, cuyo beneficio es de tal calado que nadie debería denunciarla.
Scherzo para bandoneón es un divertido juego de ingenio en el que Borges asiste a una película muda. Es el único espectador del teatro y el acomodador, que no busca otra cosa que no sea una buena propina, le relata lo que aparece en pantalla. Las acotaciones de Borges se enredan en la reproducción de El Aleph que hace el acomodador. Un relato para disfrutar.
Mística en cueros presenta una reunión de antiguos alumnos, una de esas situaciones en las que nadie sabe cómo debe comportarse, fuera de los tópicos de la crisis de la mediana edad. Se trata de gente que apenas se saluda cuando se cruzan en la calle pero que ahora se obligan a compartir una noche patética en la que tienen que torcer los actos para reírse, como si reírse significara que uno se lo pasa bien. Un grupo de ellos termina por asaltar la biblioteca del instituto para buscar pistas acerca de la leyenda que circulaba durante la etapa escolar, en la que se decía que una mujer masturbaba a escondidas. La sensación es la de que entran por primera vez a un lugar donde nadie entraba de adolescente para rendir cuentas con la estupidez humana. A partir de la cual quedamos expectantes por leer lo que creará en el futuro Jordi Lara.


Fuente: Revista de letras

No hay comentarios:

Publicar un comentario