lunes, 9 de octubre de 2017

VIAJE DE EGERIA

Fuente: Culturamas

Viaje de Egeria.
El primer relato de una viajera hispana.
Edición de Carlos Pascual
La línea del horizonte
Madrid, 2017
157 páginas

Las pasiones son las mismas, aunque lo que cambien sean las vestiduras. En una época en que la celebración máxima de religiosidad cristiana era volverse eremita, el rezo y la austeridad en un lugar, inmóvil, una mujer emprendió un viaje hacia oriente. No había ánimo de mercado en el grupo que, según deducimos de sus escritos, ella lideraba en buena medida. Su pasión era el viaje, el gozo, el mismo gozo que vivió Moisés y las doce tribus, desde Egipto hasta Mesopotamia. Corre el siglo IV bajo la Pax Romana, esa que respetaba tradiciones, pero cobraba impuestos. En apenas algunos lugares, serán los cuarteles romanos y sus soldados quienes les aseguren en un viaje que no carece de peligros. El primero, el de no poseer ningún mapa, sino una brújula que se llama Antiguo Testamento. Egeria, la protagonista de esta pasión, está convencida de que ardió la zarza y las cenizas todavía se mantienen allí, donde Dios habló a Moisés. Todo lo que visita, demuestra que el relato del Antiguo Testamento no es una fantasía. No cesa de hallar pruebas, custodiadas por monjes o algún cristiano, alguno de los pocos cristianos que habitan en ciertas regiones orientales, siempre respetados por los gentiles. En el relato, la palabra gentil, una muestra de humildad de Egeria y de respeto hacia quienes no profesan su fe, cobra una bondad que caerá tiempo más tarde, en la época de las Cruzadas y los Borgia.
Pero Egeria no tiene la sensación de estar viajando, sino de estar reproduciendo otros viajes. Comenzando por Moisés. Y por tanto al llegar a un sitio su afán no es contemplar el paisaje o el exotismo, sino orar. Porque esa es la voluntad divina. A caballo, retoma su viaje con una vitalidad que da envidia. Y así nos narra su hazaña en una forma epistolar, que el trabajo de edición de Carlos Pascual y los editores de La línea del horizonte, nos ha traducido de forma sutil, ajustada y con los reflejos del momento. El trabajo de investigación y acotación es de gran valía, así como el formato siempre cuidado que imprime esta editorial en sus libros.

Por lo demás, no nos queda sino reflejar la loa que Valero dicta a los monjes del Bierzo en el siglo VII refiriéndose a Egeria. Este atrevimiento habla por sí solo: “¿Quién podría hacerse una cabal idea del temor que anidó en su corazón al juicio que ha de venir; del amor de dilección de la más alta caridad que arrastraba; del fervor ardientísimo de la esperanza y de la fe divinas que la abrasaba; a ella, a quien no debilitaron los caminos de todo el mundo; a quien no detuvieron los piélagos procelosos ni los ríos caudalosos; a quien no amilanó la excelsitud ni la severa aspereza de los montes; a quien no causó espanto la fiera sevicia de las gentes impías, hasta que alcanzó por completo y hasta el colmo sus devotos afanes, con la ayuda del Señor, y con una audacia alejada de toda vacilación?”

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