lunes, 28 de mayo de 2018

SIEMPRE ES DIFÍCIL VOLVER A CASA


Siempre es difícil volver a casa

Antonio Dal Masetto

Tropismos
Salamanca, 2004
223 páginas
15 euros

Tremendo. La verdad es que después de leer esta novela, uno piensa que lo mejor es no moverse de casa. Aunque uno sea el mismísimo Diablo. La trama es bien sencilla: a una población pequeña, en la que todo el mundo parece conocerse, llegan cuatro tipos con matices siniestros, que vienen de quién sabe dónde con intenciones de robar el banco; un mal tropiezo da al traste con el robo y entonces se inicia el hostigamiento hacia ellos, una persecución inmisericorde sin visos de sentimiento alguno. Sin embargo, ante esta trama y una estructura lineal, también sencilla en apariencia, Dal Masetto recurre a unos cambios de registro que el lector apenas percibe hasta que ha acabado la novela y la revisa en la memoria. Lo que empezó como unos cuadros de movimientos de personajes en los que no dejan de entrar y salir personajes, con una sucesión de frases cortas en las que cada una contiene un dato para así conferir realidad a la situación, en una relación de gestos ejecutados mecánicamente, da pie a un robo y un acoso que tienen lugar a toda pastilla, y de ahí a una serie de secuencias paralelas en las que el lugar se enquista un tanto para los cuatro personajes cuando se creen escondidos, terminando en un escalonamiento de desenlaces pavorosos.
Dal Masetto hace funcionar a la perfección los recursos característicos de la novela negra, como los seres sin rostro –sinónimo de que se desconoce su pasado pero se intuye turbio-, el lugar aislado donde cualquier cosa con que nos vayamos a topar será posible, los diálogos irónicos y veloces, las secuencias de sexo, y una cáfila de personajes de lo más variopinto –ingenieros, curas, desengañadas, vagabundos, médicos, jinetes, ancianos, niños, bebedores, monjas, ciegas-, cada uno más grotesco que el anterior, en una propuesta de juego con el lector quien se ve tentado a ir colocando adjetivos para definir a esta caterva que es la verdadera protagonista de la novela. Pues el ser central de la narración es Bosque, la población, que reacciona ante los ataques como una hermosa planta carnívora que levanta sus defensas y saca a flote su veneno para devorar a las avispas y no dejar de ellas ni los huesos. Bosque es un lugar impermeable, endogámico y de una violencia latente peligrosa para quienes la ignorar. Lo mejor, como hace una de las mujeres encerradas de forma absurdamente claustrofóbica en la ciudad, es adaptarse a sus exigencias.
Una cosa más: Dal Masetto sabe escribir con muchos registros, como demuestra en ciertas transiciones en las que nos ayuda a descansar de la rapidez narrativa gracias a cuadros, recuerdos o sensaciones que podrían estar junto a la mejor prosa de Onetti.

Fuente: Tribuna/Culturas

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