Siempre es difícil volver a casa
Antonio Dal Masetto
Tropismos
Salamanca,
2004
223
páginas
15
euros
Tremendo. La verdad es que después de leer esta novela,
uno piensa que lo mejor es no moverse de casa. Aunque uno sea el mismísimo
Diablo. La trama es bien sencilla: a una población pequeña, en la que todo el
mundo parece conocerse, llegan cuatro tipos con matices siniestros, que vienen
de quién sabe dónde con intenciones de robar el banco; un mal tropiezo da al
traste con el robo y entonces se inicia el hostigamiento hacia ellos, una
persecución inmisericorde sin visos de sentimiento alguno. Sin embargo, ante
esta trama y una estructura lineal, también sencilla en apariencia, Dal Masetto
recurre a unos cambios de registro que el lector apenas percibe hasta que ha
acabado la novela y la revisa en la memoria. Lo que empezó como unos cuadros de
movimientos de personajes en los que no dejan de entrar y salir personajes, con
una sucesión de frases cortas en las que cada una contiene un dato para así
conferir realidad a la situación, en una relación de gestos ejecutados
mecánicamente, da pie a un robo y un acoso que tienen lugar a toda pastilla, y
de ahí a una serie de secuencias paralelas en las que el lugar se enquista un
tanto para los cuatro personajes cuando se creen escondidos, terminando en un
escalonamiento de desenlaces pavorosos.
Dal Masetto hace funcionar a la perfección los recursos
característicos de la novela negra, como los seres sin rostro –sinónimo de que
se desconoce su pasado pero se intuye turbio-, el lugar aislado donde cualquier
cosa con que nos vayamos a topar será posible, los diálogos irónicos y veloces,
las secuencias de sexo, y una cáfila de personajes de lo más variopinto
–ingenieros, curas, desengañadas, vagabundos, médicos, jinetes, ancianos,
niños, bebedores, monjas, ciegas-, cada uno más grotesco que el anterior, en
una propuesta de juego con el lector quien se ve tentado a ir colocando
adjetivos para definir a esta caterva que es la verdadera protagonista de la
novela. Pues el ser central de la narración es Bosque, la población, que
reacciona ante los ataques como una hermosa planta carnívora que levanta sus
defensas y saca a flote su veneno para devorar a las avispas y no dejar de
ellas ni los huesos. Bosque es un lugar impermeable, endogámico y de una
violencia latente peligrosa para quienes la ignorar. Lo mejor, como hace una de
las mujeres encerradas de forma absurdamente claustrofóbica en la ciudad, es
adaptarse a sus exigencias.
Una cosa más: Dal Masetto sabe escribir con muchos
registros, como demuestra en ciertas transiciones en las que nos ayuda a descansar
de la rapidez narrativa gracias a cuadros, recuerdos o sensaciones que podrían
estar junto a la mejor prosa de Onetti.
Fuente: Tribuna/Culturas
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