Sal&Roca
junio 2018
El día en que nos quedemos sin
mar y sin montaña
La
esencia de esta sección es, precisamente, ofrecer una alternativa a nuestras
salidas a escalar o a hacer surf. Y esta es la lectura. Por norma general, los
títulos que buscamos son aquellos que nos pueden servir de consuelo cuando las
condiciones no nos acompañan a la hora de hacer actividad. Entonces nos
entregamos al mar y a la montaña a través de las experiencias de otros.
Sin
embargo, llegando ya las fechas en las que las vacaciones están programadas o a
punto de cuajar, nos hemos dado cuenta de que la mayoría de la gente que elige
el viaje no se entrega a la sal y a la roca. Hoy hacemos referencia a esas
otras aventuras, al viaje como representación de una porción de libertad.
1.- La ciudad
Bangkok
Lawrence Osborne
Traducción de Magdalena Palmer
Gatopardo
285 páginas
Tras
azotarnos en El turista desnudo con
su debate sobre lo que significa el viaje, tras reducir a cenizas lo que
creíamos que era una experiencia de aventura, tras dejarnos claro que a fecha
de hoy cualquier forma de viaje es una elección más o menos sofisticada de
turismo, Lawrence Osborne nos presenta cómo ha dado solución a ese conflicto en
su vida. Estudió en Cambridge y Harvard, pero decidió vivir en Bangkok, una
ciudad caótica, llena de rincones en los que se reparte cualquier tipo de olor,
cualquier esencia para los sentidos. ¿Cómo consigue alguien integrarse en una
ciudad en la que siempre será un extranjero? Tal vez gracias a que ese es el
estado definitivo de la sabiduría: ser extranjero en cualquier parte, incluso
dentro del hogar. Así es como nos habla por igual de los habitantes como de los
visitantes de la ciudad tailandesa. Una obra de un escritor con infinidad de
recursos.
Los
turistas viajan a Bangkok por muchas razones: una cita amorosa, una operación
de cambio de sexo, una estancia en un hotel de lujo o simplemente por el hecho
de desaparecer unos cuantos días. Lawrence Osborne viajó a Bangkok por la
odontología barata. Una vez allí descubrió que podía vivir con unos pocos
dólares al día. Y decidió quedarse. Osborne es un flâneur, se pasea por las
calles de la ciudad, por los canales de la parte vieja, es un asiduo del
restaurante No Hands, merodea por los barrios olvidados, los templos derruidos
y los bares y clubs de alterne para mostrarnos un lugar vivo, febril, donde una
antigua mezcla de la práctica budista y las nuevas costumbres sexuales ha
terminado creando una versión de la modernidad que poco tiene que ver con
Occidente. Como los perdedores de las novelas de Graham Greene, Osborne quizá
llegó hasta Bangkok para dejar atrás su vida, tal vez porque Bangkok es una
ciudad que no se parece a ninguna otra, por encarnar una nueva, fantasmagórica,
y en gran parte aún inexplorada forma de vida.
2.- El río
La
serpiente líquida
Alfonso Domingo
Punto de vista
404 páginas
Es
el río, sí, pero no un río cualquiera: es el Amazonas. Eso supone que es el
bosque de ribera, sí, pero no un bosque cualquiera: es la selva. El sueño del
Amazonas sigue vivo porque junto con buena parte de los polos y del Sáhara, es
de los pocos territorios absolutamente inhóspitos sobre el mapa. A diferencia
de los otros dos paisajes, en el Amazonas la vida sobrepasa los límites de
cualquier capacidad de integración. Pero en este caso, debemos decirlo, Alfonso
Domingo se centra en su profesión. No se olvida para nada del relato, pero es
etnólogo y antropólogo. Así pues, él sí decide ser un extraño, pero intenta no
ser un intruso. Una combinación casi imposible de equilibrar en un viaje.
Nuestro autor segoviano pone todas sus mejores intenciones en lograrlo.
Los chamanes
del Amazonas tienen razón: todos los grandes ríos son viajes iniciáticos. A
través de la cuenca del río Amazonas –serpiente líquida que atraviesa Ecuador,
Perú, Colombia y Brasil– se pueden realizar múltiples viajes. Mientras se
desciende por el río más largo y caudaloso del planeta, se escucha la sabiduría
selvática de chamanes y curanderos, que diagnostican y sanan enfermedades del
cuerpo y del alma. Reino del agua en el que se siente el poder de las plantas,
el Amazonas es un mundo cambiante donde nada es lo que parece. Los hitos los
marcan los chamanes y las plantas maestras, sobre todo la Ayahuasca, "la
soga de los muertos". Este libro es un repaso por los sueños que estas
tierras míticas han producido siempre en el ser humano: desde las indias
guerreras del Amazonas y el oro en la época de la conquista española hasta las
fiebres del proceso extractivo de los metales preciosos, el caucho, el petróleo
o la incidencia del narcotráfico. Gracias al contacto con los habitantes del
Amazonas se toma el pulso a la realidad diaria y a las bondades y problemas
derivados de vivir en el almacén de agua dulce más grande del mundo, un
ecosistema único y prodigioso.
3.-
La carretera
Carreteras azules
William Least Heat-Moon
Traducción de Gemma Deza Guil
Capitán Swing
615 páginas
Si
nos proponemos enumerar todas las obras que ha provocado la carretera de
Estados Unidos, desde Kerouac a Steinbeck, nos quedaríamos sin espacio. La
carretera es una forma de abandonar la civilización sin apartarse de ella. A no
ser que uno opte por carreteras secundarias y hasta por pistas forestales. Este
género también está al alza en nuestro país. Pero mientras en España se refleja
una vida crepuscular, la experiencia de William Least Heat-Moon nos recuerda
más a las crónicas de la América profunda, ese pozo de gente que vive en
caravanas pensando que son clase media y que si el día de las elecciones les
cuadra ir a votar, es posible que entreguen su voto a un candidato al que poco
podemos querer. Que los norteamericanos intenten explicarse, intenten explicar
a sus propios vecinos, es ya un género literario. Y para ello se precisa de la
carretera, en un país donde las grandes industrias acabaron con los servicios
públicos de transporte.
Tras haber
perdido su trabajo y a su esposa —después de un matrimonio fallido—, William
Least Heat-Moon llega a un punto de inflexión en su vida y decide coger su
camioneta y realizar un viaje de 13.000 millas por carreteras secundarias,
llamadas «Blue Highways» porque aparecían dibujadas en azul en los mapas
antiguos de Estados Unidos. Aclamada como una obra maestra de la literatura de
viajes norteamericana, Carreteras azules, más que una simple
novela autobiográfica, es un viaje inolvidable a lo largo de los caminos de
Estados Unidos, que se adentra en las ciudades y pueblos norteamericanos menos
conocidos, así como en las personas que habitan estos parajes. William Least
Heat-Moon, un autor de la talla de Kerouac, según el Chicago Sun
Times,
partió con poco más que la necesidad de poner su casa detrás de él y un sentido
de curiosidad acerca de «esos pequeños pueblos que aparecen en el mapa, si es
que lo hacen, solo porque algún cartógrafo tiene un espacio en blanco para
rellenar». Lugares como Remote (Oregón),
Simplicity (Virginia), New Freedom (Pensilvania), New Hope (Tennessee), Why
(Arizona) o Whynot (Misisipi). Sus aventuras, sus descubrimientos y sus recuerdos de las
personas extraordinarias que encontró en el camino son toda una revelación de
la verdadera y profunda cultura vial estadounidense.
4.- La guerra
Guerrillas
Jon Lee Anderson
Traducción de María Tabuyo
Sexto piso
336 páginas
Traemos
este libro por la calidad de las crónicas de su autor. Con eso es suficiente
como para que figure entre las recomendaciones. Jon Lee Anderson se maneja en
el periodismo como si hubiera nacido para contarnos los reportajes de guerra
con un talento parecido al de García Márquez para la prosa. Así pues, esta es
nuestra última iniciativa hoy. Sabemos que no son muchos los que se entregan a
ella, y sabemos que admiramos a los pocos que lo hacen. Pero ahí está, el viaje
al conflicto, el reportaje, el valor que tienen unos pocos a los que tendríamos
que tratar con reverencia, pues de no ser por ellos, apenas conoceríamos lo que
sucede. Y siempre es mejor saber, mucho mejor que la técnica del avestruz, que,
al fin y al cabo, deja el culo expuesto al viento. Para leer Guerrillas ya hace falta valor. Os
animamos a tenerlo.
Si
bien en la actualidad a todo aquel dispuesto a llevar a cabo actos violentos
para protestar por el orden de cosas existente se le califica, casi
universalmente, de terrorista, hace apenas medio siglo la figura del
guerrillero era el símbolo por antonomasia de la lucha para la transformación
de la sociedad por la vía armada. Más allá de su éxito específico para tomar el
poder en Cuba, la revolución del Che y de Fidel sirvió de inspiración para
cientos de movimientos a lo largo y ancho del mundo, la enorme mayoría de los
cuales no consiguió su objetivo último. Sin embargo, como muestra todavía la
resistencia zapatista en el sureste mexicano, el poder simbólico en el
imaginario colectivo puede trascender ampliamente el impacto concreto de la
lucha armada.
En este libro clásico sobre el fenómeno de las guerrillas, Jon Lee Anderson aborda con su habitual minuciosidad y claridad uno de los fenómenos cruciales para comprender la historia de la segunda mitad del siglo xx. Para realizarlo, viajó para conocer in situ y de primera mano las realidades de los muyahidines de Afganistán, el fmln de El Salvador, el Ejército de Liberación Nacional Karen de Birmania, el Frente Polisario del Sáhara Occidental, y células palestinas que luchaban contra Israel en la Franja de Gaza. Independientemente de la suerte
experimentada por los distintos movimientos guerrilleros, el aliento que recorre su investigación es «comprender qué es lo que motiva a la gente común para ir a la guerra, para tomar la decisión consciente de matar y morir por un ideal que existe, al menos al comienzo, tan sólo en sus cabezas. Me pareció que el primer paso era el crucial, pues implicaba el cruce de una línea invisible, hacia un territorio en donde la muerte, y no la vida, era la principal certidumbre».
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