El mundo después de Iraq
Noam Chomsky
Varios
traductores
Txalaparta
Pamplona,
2004
320
páginas
18
euros
¿Qué figura en el orden del día?
“No es preciso que nos dirijamos resueltamente a la
catástrofe, tan sólo porque figure en el orden del día”. Así termina el libro,
como casi todos los artículos y entrevista que desde hace años prodiga Noam
Chomsky, la voz de la conciencia más importante de nuestro mundo (tomando por
concepto de conciencia la voz de quien se pone de parte de los que sufren), con
un alarde de optimismo que sólo es contestado con el uso despectivo de la voz
utopía por los que abusan de la retórica infantil. El mundo después de Iraq es una recopilación de textos de variado
pelaje, desde entrevistas a artículos ampliados, desde conferencias a foros de
internet, mayormente producidos en los momentos anteriores a la guerra de Iraq,
entre el año 2000 y el 2003. Con la contundencia de siempre, Chomsky nos
recuerda una y otra vez las razones por las que merece la pena embarcarse en el
activismo político: las dimensiones del terrorismo aumentadas cuanto más
poderoso es el que lo practica, siendo el paradigma el perpetrado por los
Estados Unidos; la lucha contra los instrumentos de propaganda y la
participación mediática en la colonización de las mentes; los cambios de
dirección en las estrategias de política mundial en función del único interés
del beneficio inmediato, amparadas en represalias y mentiras que infunden
pánico en la población; la impunidad con que asesinan a poblaciones inocentes
los amos del mundo con una amplia gama de recursos, desde el bombardeo hasta el
estrangulamiento por sanciones; el sistema de apoyo a corporaciones privadas a
través de tecnología armamentística y la socialización del gasto en tanto que
se privatizan los beneficios; el apoyo a regímenes brutales negando evidencias
y abogando por el derecho a actuar unilateralmente por parte del estado más
poderoso de la tierra, y su negativa a dejar de participar en el terror, es
decir, que justifican la producción y mantenimiento del terror mundial,
afirmando que la única solución posible es el exterminio (toda una paradoja). Y
un largo etcétera que agotaría el final de estas líneas antes de que cumplieran
su cometido.
Como siempre, las hipótesis de Chomsky se encuentran
perfectamente documentadas, recurriendo a información aparecida en toda clase
de medios, incluyendo los independientes (resulta inconcebible cómo puede
llegar a amasar tanta información, a no ser que confiemos en su categoría como
recopilador de la que consiguen los batallones de luchadores sociales del orbe)
y documentos desclasificados, sin renunciar a la presentada por los medios más
reaccionarios que creen estar elogiando a los economistas y políticos
neoliberales a la hora de describir sus actuaciones. En alguna de las
ocasiones, da respuesta a la confusión terminológica que han prodigado los que
deciden el destino del mundo, llegando a negarse a responder a cuestiones que
incluyen términos como globalización o antiamericanismo, hasta que la pregunta
se formule correctamente, y debatiendo, con énfasis sobre ideas como terrorismo
y contraterrorismo, siempre apoyándose en ejemplos de la historia más reciente,
la del siglo pasado. Cabe destacar sus idearios anarquistas, justificados en el
hecho, bien explicado, de que los estados no son agentes morales, sino sistemas
de poder que responden a la distribución interna de poder, generados
artificialmente y casi siempre como consecuencia de episodios bélicos. Aunque
reconoce que ahora no es el momento para derribar estados. Chomsky, al igual
que Eduardo Galeano, Arundathi Roy o Naomi Klein, pretende evitar que caigamos
en la depresión con su lectura, pues la depresión es la madre de la pasividad.
Busca nuestra intervención, que bien podría comenzar por leer y divulgar libros
como éste.
Fuente: Tribuna/Culturas
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