Los sueños asequibles
de Josefina Jarama
Manuel Guedán
Alfaguara
Barcelona, 2022
236 páginas
Uno se pregunta si la
locura que tenemos como primates es única. ¿Es la misma la obsesión por los
juguetes en la infancia que la de las discotecas en la juventud? ¿Podría
equivaler la de nutrirnos con comida rápida con la necesidad de pasar cualquier
trámite a través de los bancos?
Josefina Jarama, la protagonista
de esta novela, pasa por todas esas etapas, las cuatro, como si fueran cuatro
tránsitos hacia una supuesta nueva vida. Se supone que de cada una de ellas
debe recoger unos frutos que la permitirán madurar, pero la imposibilidad de
adaptarse hace que cualquier Bildungsroman sea poco menos que una
utopía.
Josefina será quien inspire
el diseño de una muñeca en una fábrica donde trabaja su madre, comunista y
desfalcadora. Comienza la obra así en la época en la que las fábricas de
juguetes de Ibi eran una garantía de trabajo, de prosperidad y de ilusión en
Navidades. Más adelante estará involucrada en la mala noche de las discotecas
valencianas, en una temporada en la que en esa costa se consumía química para evitar
que los ruidos ensordecedores de la noche juvenil tupieran los tímpanos. Pasará
el tránsito a una supuesta madurez en el entorno que es epítome de trabajo
serio y aburrido: el banco. Y acabará, desterrada de todos estos lugares, de
todas estas etapas de la vida, de repartidora en una cadena de pizzas a
domicilio.
En realidad, los retratos
que nos regala Manuel Guedán (Madrid, 1985) son introducciones a distintas
formas de decadencia. Quienes tienen ahora sesenta años, las han conocido todas
de primera mano. De ahí, posiblemente, la importancia que tenga para Guedán
esta historia, divertida, humana y algo picaresca, pues habla en buena medida
de la generación que a la suya, a la que nació en los años ochenta, le servía
de referencia. Aquellos se criaron bajo la impronta de la generación embriagada
por mayo del 68 y por todo lo gris y siniestro de los últimos años de una
dictadura. Como la madre de Josefina Jarama.
La importancia de la madre
en la novela, que desaparece al principio, es fundamental. La ausencia equivale
a la pérdida de suelo bajo los pies, y sin sustrato, Josefina Jarama baila en
el aire. De ahí que la protagonista, que es la narradora, no sea dueña de los
sucesos. De ahí que el contenido de la novela sean los sucesos que la irán
dando forma, en un mundo en el que el capitalismo de calle va asomándose en
distintas versiones. Será, en buena medida, la economía como fenómeno social
quien imponga sus reglas en esta sátira en la que la búsqueda de un lugar en el
mercado laboral indica la dificultad de encontrar nuestro sitio en el mundo.
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