sábado, 27 de abril de 2019

ANIMALES INVISIBLES


Animales invisibles
Gabi Martínez
Nórdica / Capitán Swing
241 páginas

Este es el mayor reto entre las actividades que tratan lo inverosímil: demostrar que algo no existe. Tal vez no hablemos de imposibles ni de improbables. Ni siquiera de certezas, aun cuando las certezas se imponen con rigor por alguna de estas razones: o se trata de leyendas, o se trata del ecocidio. Aunque Gabi Martínez (Barcelona, 1971) plantea que sus animales invisibles, los que darán pie a sus viajes y a uno de los mejores libros de viaje de los últimos tiempos, gestan su intriga en diferentes razones, a la hora de la verdad se reducen a estas dos que, a su vez, son una defensa ecológica, entendiendo que la ecología solo puede estar unida a la literatura para ser sincera, en una relación simbiótica. La defensa de los hábitats y las especies pasa no solo por su físico, su lugar, sus cuerpos, sino también por su cultura. En buena medida, un pájaro extinto, como el moa, no es menos real que un monstruo que posiblemente nunca existió, como el yeti. Ambos pertenecen por igual al reino de la imaginación y, lo que es más serio, al de la imaginación popular, al de la imaginación compartida. Nada está más vivo que aquello que perdura en la imaginación, como demuestran los enamorados en cada bocanada de aire.
“En este libro ningún animal aparece como objetivo, como destino. Su papel es siempre el de motor y su runrún me ha llevado a descubrir realidades insólitas, a vivencias que considero lecciones”. Frente al espíritu deportivo con el que se traman tantos viajes, escondiendo una forma más o menos sofisticada de turismo, Gabi Martínez se presenta como un aprendiz, como un novato en la rueda del mundo. Frente a él están los grandes emblemas que son el Picozapato, la Gran Barrera de Coral, el Yeti, el Moa, el Tigre Coreano y el Danta. Diversos puntos de la geografía natural y que él pretende vivir como geografía también humana. Aunque el hombre es, en algún punto de su fondo, un villano en estos relatos. Responsable de la desaparición de las bestias y de las leyendas, Gabi Martínez mantiene un conservacionismo abierto, en formación, sujeto a las leyes de la defensa de lo vivo. Esta idea no se expresa en ningún momento, sino que es sustrato de los fragmentos de entrevistas, los apuntes de ensayos -alguno metaliterario-, los relatos de ruta, la reproducción del viaje de otro o la presencia de un fantasma. Aunque si tuviéramos que resumir su postura, que es más bien una duda, podríamos referirnos al comentario que uno de sus anfitriones en Corea le suelta a cuenta de los ideales de reintroducción del tigre en su país: “¿La gente está preparada para aceptar tigres?”, pregunta: “En un mundo capitalista cada vez más instalado en las comodidades, donde la diplomacia y el relativismo determinan gran parte del día a día, la pregunta del profesor planteaba un debate filosófico”, dice Gabi Martínez. Ahí se resume el tema del libro, que es el hombre frente a la naturaleza, un poco como el hombre de Friedrich, desconcertado, caminante frente al mar de nubes, sin respuestas, pero con anhelos.
Gabi Martínez demuestra que cree en ese hombre, sobre todo si pertenece a un país extraño o a un país en vías de desarrollo -Sudán, Nueva Zelanda, Venezuela, Australia, Corea-, pero no en la multitud, en esa masa que llamamos humanidad y que, como se comenta anteriormente, está sujeta a las maldades de una globalización que tiende a aniquilar las realidades y las fantasías de las sociedades que han pensado en estos animales invisibles, que las han cantado y, por tanto, las han hecho perceptibles, creíbles, reales o realidades. El libro es un homenaje, pero es también un canto a las pocas razones que nos llevarán a entender un viaje como algo distinto a una colección de cromos.
“-Existen muchas cosas que no he visto nunca -dijo el hombre- pero en las que creo. Sería muy tonto creer que el mundo solo es lo que yo veo”, recoge Gabi Martínez de la boca de un sudanés que los acompaña en su travesía. Por eso necesitamos la imaginación, para hacer del mundo un lugar más grande, más completo, más amable, más acogedor. Esa es la mejor parte de las embajadas de la literatura de viajes. Animales invisibles es una gran muestra de ello.

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