Ni
Fuh ni Fah
Julio
Camba
Pepitas
Logroño,
2020
170
páginas
Al
leer hoy a Camba nos damos cuenta de cómo participa en una época en la que van
naciendo los tópicos que hoy respiramos. Si habla de los ingleses lo hace como
colonizador de aquello que hoy nos hace reír, como colonizador del conocimiento
de los hábitos ingleses. Pero sabe guardar el equilibrio y no acaparar malos
sentimientos: los enuncia, mientras enuncia también los hábitos contrarios de
los españoles, como si se tratara de un marciano, como alguien capaz de salir
al exterior del ambiente en el que vivimos y mirarnos como se mira el teatro.
Los chinos, los americanos y las distintas regiones de España no se escapan a
su mirada, a algo que ahora echamos mucho de menos, que es el conocimiento por
contacto directo. Ahora conocemos lo grande, el espíritu de las cosas, de los
actos, y pretendemos saber que eso, las conclusiones que uno halla en artículos
que pueblan internet, es el alma humana. Camba nos devuelve la sensación
contraria, la de que cada uno de nosotros sólo puede conocer lo pequeño, los
detalles del lugar que habita, y tratar de ampliar ese lugar, aunque con
limitaciones. La dimensión de los escritos de Camba es la de una escala humana,
real. Por esa razón merece la pena volver a leerlos.
“Se
trata de un observador agudísimo y un pensador original”, dice Pablo Martínez
Zarracina en el prólogo. “Nunca solemniza. Algunos de sus artículos pueden parecer
demasiado anecdóticos o ligeros, pero encierran siempre una subversión
tranquila. Consiste en demostrar que la aplicación sobre la realidad de un
razonamiento lógico imperturbable también da como resultado el puro disparate”.
Eso sí, un disparate en el que destaca la sinceridad y en el que jamás se falta
al respeto. Por mucho que Camba piense que poco es lo que debemos tomar en
serio.
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