This
is Music
Juan
Manuel Zurita
Comba
Barcelona,
2025
315
páginas
El
subtítulo que lleva esta novela de Juan Manuel Zurita (Chillán, Chile, 1978) nos
sincera con parte de sus intenciones: Historia particular de un infame. Borges,
y con él su Historia universal de la infamia, le dio un buen revolcón a
la historia de la narrativa, demostrando que se podía hacer literatura a partir
de las inspiraciones que provocaba la propia literatura. Hasta entonces, la
fuente de la que bebían casi todos los narradores y pensadores era la realidad,
la observación de la realidad. A partir de Borges, se eleva a categoría
taxonómica la obra cuyo sustrato son las lecturas. Zurita es consciente de
esto, pero también es consciente de la literatura que existió antes que Borges.
Y así escribe esta obra que apunta en algún momento a lo borgeano, tal vez
incluso a Bolaño, pero sin dejar de rebelarse contra el maestro. ¿Puede uno
seguir la estela de Borges demostrando que la realidad sigue siendo el humus de
la creación? Zurita lo intenta y, debemos decirlo, sale muy airoso del
propósito. Estamos frente a una novela muy bien construida y que refleja con
acierto algunos rincones de lo natural, de lo que somos.
El
narrador, un chileno que ha superado los treinta años y al que todavía le
cuesta afrontar la idea de que hace tiempo que debió terminar de crecer, de asumir
lo que socialmente se conoce como responsabilidades (económicas, de independencia,
fundar una familia), se embarca en la aventura de cursar un máster en
Barcelona, a donde llega con el presupuesto demasiado ajustado. Allí se encuentra
con el otro protagonista de la obra, el que da pie al subtítulo, alguien a
quien conoció años antes durante una fiesta en Chile, país de origen de ambos.
Mientras se desarrolla frente a nosotros la tenue trama de supervivencia, nos
vamos adentrando en la personalidad de este otro tipo, capaz de burlarse de
todo, con un esnobismo carente de empatía, en palabras del narrador. Algo se deja
intuir acerca del motivo que le lleva a la práctica del sarcasmo, algo que bien
podría ser un fondo autocompasivo, que en cualquier caso facilita el conflicto
que sentimos debe padecer, ese que nos lleva a preguntarnos, todo el rato, si
es alguien muy inteligente o un cretino. Aunque lo que más apunta a esta idea
es el final de la vida de nuestro infame, marcada por una forma de suicidio que
implica a más gente, un acto que el narrador intentará reconstruir utilizando
la banda sonora del suicida.
Zurita
elige para la narración un tono que conlleva cierta melancolía, el propio de
alguien que se dispone a relatarnos esos momentos del pasado en que la vida era
un tanto más pura, más sincera, más llevadera. Era la época de los sentimientos
y los vínculos que establecíamos venían marcados por la ilusión. Habrá, pues,
algo de elegíaco en el relato: elegía por el tiempo pasado, elegía por el
personaje que se fue, aunque no terminaremos de descubrir que sentimientos nos
producía o nos produce su recuerdo. La obra, como todo lo que representa un
recuerdo, va construyéndose a sí misma a medida que avanzamos en el tiempo,
aunque el tiempo esté partido entre el recuerdo de esos días en Barcelona y la
temporada posterior al suicidio, de regreso a Chile. Nos vamos cuestionando si
lo que se construye merece la pena, o si estamos, estuvimos, frente a un
personaje que se caracterizaba por el mero detalle infantil de intentar llamar la
atención, y para ello se esfuerza en mostrarse divergente: «conocía muy bien
los límites de su inteligencia, por lo mismo intentaba parecer siempre fresco,
siempre sarcástico».
Tal
vez sea el propio autor, en voz de su personaje, quien mejor exprese las
intenciones y el logro de este libro, que da la sensación de beber en lo
vivido: «Juan José —y ahí aquella ingenuidad— decía que, entre realidad y
ficción, él se quedaba con lo último, que de eso se trata la literatura, de ser
más verosímil que verdadero, de ser coherente. Eso es lo que buscaba ser,
convertirse él mismo en un “relato coherente”».
Fuente: Zenda
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