La expedición. Una
historia de amor
Bea Uusma
Traducción de Pontus
Sánchez
Menguantes
León, 2023
296 páginas
En 1934 el soldado
británico Maurice Wilson, místico y aviador, protagonizó un intento de escalada
al Everest volando desde su casa hasta la India y ascendiendo por la montaña
sin experiencia como alpinista. Su fe estaba depositada en la velocidad y en
Dios, sustrato que suponía suficiente para tener éxito. Wilson es uno de los
ejemplos clásicos que se exponen cuando se habla de qué versión de locura es la
que embriaga al aventurero. Entre el disparate y las ganas de vivir hay toda
una gama de colores dentro de la que no está mal habitar. ¿En qué grado se
encuentran los protagonistas de la historia que ha obsesionado durante años a
Bea Uusma (Lidingö, Suecia, 1966)? Tres hombres de Estocolmo, que aún no han
cumplido los treinta años y han pasado la mayor parte de su vida trabajando
detrás de un escritorio, intentan llegar al Polo Norte en un sencillo globo
aerostático. Que fracasarán es evidente desde el minuto uno, en cuanto el globo
se separa del suelo, y a partir de ese momento se verán obligados a sobrevivir
entre los hielos. Nada se sabe de cómo sucedieron esos días para ellos y sobre
cómo fue su muerte, que es el misterio que a Uusma le gustaría resolver.
En ningún momento se plantea
Uusma, o al menos en ningún momento lo expone, que la ocurrencia de los
muchachos estuviera cerca de la demencia, ni siquiera del sueño. Lo que a ella
le preocupa es cerrar el capítulo, resolver el misterio. El libro que tenemos
entre manos es una indagación personal, para la cual la autora se vale de todos
los recursos posibles, desde los fragmentos de diarios, las noticias de prensa,
los libros escritos en los que se recogen conjeturas y, finalmente, el viaje
propio hasta la isla donde se hallaron los cadáveres. Al recurrir a tan
variadas fuentes, se opta por una exposición a su vez variada, por un libro
mestizo, en el que se alternan los recortes de relato con frases extraídas de testimonios,
confesiones personales de la obsesión y la dificultad, cuadros expositivos,
imágenes y sinopsis de estudios de otros, formando un volumen bellamente
editado, un objeto que sólo por su valor formal ya merece ser parte de nuestra
biblioteca. Pero no es este el gran valor de la obra. En realidad, se nos
adentra en la relación que existe entre pasarlo mal y la curiosidad. Hay un
misterio que a nosotros puede afectarnos poco, pero que entendemos que
justifica el empeño de Uusma, su motivación, y sin estar motivado, sin brillo
en los ojos, es complicado encontrar esencia a nuestro tiempo en la Tierra.
Uusma comparte con nosotros no sólo la narración de lo que pudo sucederles a
los aventureros, sino también su propio relato, su proceso, su construcción,
hasta el punto de que nos sentimos tentados a colaborar, a recrear nosotros
también el caso, con planos y maquetas, con información que podamos recopilar
aquí y allá, para reconstruir una hipótesis sobre la suerte de estos chicos.
Uusma evita exponer la empresa
de los tres suecos, ni la suya propia, como una obsesión. Es, más bien, un
estímulo, algo que uno reconoce que le encanta por corresponder a su mapa
genético, a su música interior. Ahí es donde mejor nos reconocemos, al darnos
cuenta de que todos precisamos de algo que nos empuje a poner en marcha la
voluntad de sentir, y a ser posible de sentir algo propio, lo cual, como
demuestra ella, también supone revivir las experiencias de los demás. Ese fondo
de compasión nos acompaña a lo largo de la lectura de La expedición,
regalándonos una de las experiencias más gratas que padeceremos como lectores,
a pesar del frío que nos acompaña durante la exploración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario