Lo que pasa de noche
Peter Cameron
Traducción de Catalina
Martínez Muñoz
Libros del Asteroide
Barcelona, 2022
272 páginas
Son el hombre y la mujer,
sin que lleguemos en ningún momento a conocer sus nombres, porque no se trata
de ponerles rostro, sino de saber que podríamos ser cualquiera de nosotros. Y,
como cualquiera de nosotros, ante una situación de crisis buscan una salida que
está más en el mundo de los deseos, de las imaginaciones, de las ilusiones, de
las fantasías, que en las de la realidad. A la muerte se la combate con la
vida, parecen pensar, y a la amenaza de muerte con la promesa de vida. Ella
padece un cáncer de útero de mucha gravedad y la opción de sanar sus vidas, de
arrojar algo de luz dentro del túnel, es la adopción de un bebé. Dada las
dificultades que supone en su lugar de origen, Nueva York, han encontrado un
lugar alejado, un sitio de lo más inhóspito, para intentar llevar a cabo algo
que, a medida que vamos leyendo, comprobamos que pertenece más al terreno de
las hazañas que al de las dificultades.
Lo que viven estos
personajes en el confín de la Tierra, donde apenas parece que existan leyes,
organización, autoridad o cualquier atisbo de orden, se enmarca en las hazañas
que rozan lo cotidiano y se internan en el extrañamiento. Estamos en un lugar
donde no llega la luz, donde apenas unos pocos personajes pueblan de algo
semejante a vida el entorno: una anciana brasileña, un barman rígido, una
especie de predicador escondido en una especie de convento, los secos vigilantes
de un orfanato o un hombre de negocios que no sabemos si es un inteligente criminal
o un tipo sencillamente estúpido. En cualquier caso, la excentricidad está
servida al poner en funcionamiento los engranajes de las relaciones.
Esa atmósfera opresiva y ese
lugar sin aparente salida limpia, reproduce la situación que está viviendo la
pareja, con una relación al límite de lo posible, en la que la tristeza ha
impuesto sus normas. Hay bastante de desesperación en sus decisiones, porque
cuando a uno no le queda nada más a lo que agarrarse, aún tiene el asa de la
desesperación a su alcance. De hecho, la ilusión de la cura para la mujer, y no
la mala fortuna o la mala salud, será el detonante de las acciones finales, en
las que los personajes cambiarán de una forma tan definitiva que produce
vértigo: ¿será esto lo que nos sucedería a cualquiera que viviéramos algo tan
límite?
Peter Cameron (Nueva
Jersey, 1959) vuelve a construir una novela con pocas fisuras, o ninguna, en la
que todo se explica a sí mismo y en la que se nos propone un pacto lector asequible.
Decimos construir, porque estamos frente a un autor que sabe que lo importante
es la estructura, el edificio del relato, y que no es necesario que éste
abarque al mundo para que lo represente. Al fin y al cabo, somos seres pequeños,
pero vivimos nuestras tragedias con la misma intensidad con la que podrían
vivirlas los dioses.
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