El
hombre al que ya no le gustaban los gatos
Isabelle
Aupy
Traducción
de Jean-François Silvente
Rayo
Verde
Barcelona,
2024
125
páginas
Hay
un deseo común, el del exiliarse a una isla en la que puedas encontrarte con buena
gente, y sólo con buena gente, y desde allí construir una sociedad con reglas
propias en la que lo bueno campe a sus anchas. Para ser feliz uno debe
aislarse. Este planeta ofrece toda una caterva de versiones agresivas con las
que acosarnos y lo común, al menos entre la gente sana, es hacer por evitarlas.
Luego están los que padecen trastornos mentales que acuden a ellas como el toro
al capote, embistiendo, pero siempre será mejor tratar de evitarlos, porque la
reeducación pertenece al mismo territorio de ficción que los marcianos y los
monstruos de siete cabezas.
Esa
isla anhelada es la que crea Isabelle Aupy (1983) en El hombre al que ya no
le gustaban los gatos. Pero no todo puede ser felicidad sin interrupción. Los
queridos habitantes de la isla saben que lo que importa es la solidaridad,
forjada en la empatía. Hasta que algo queda distorsionado por la repentina
ausencia de gatos, que serán sustituidos por perros a los que el distribuidor
de animales se empeña en llamar gatos. Entonces se produce el desencuentro con
el protagonista, que se niega a embarcarse en la corriente, a pesar de
reconocer los beneficios que tener mascota genera. Pero esos beneficios no son
exclusivos de quien profesa cariño por las mascotas, pues son humanos.
Aupy
construye una novela sencilla, breve, casi juvenil, a la que da empaque la
lectura metafórica: está en nuestra mano construir los afectos o construir con
los afectos. En ese sentido, la obra está llena de humanidad, del tipo de
humanidad que nos hace sentir libres e inocentes. El mensaje está bastante claro:
la bonhomía es lo que nos define como personas, y está en nuestra mano
elegirla, como podemos elegir vivir sobre la pierna que tenemos o sobre la que
nos falta en caso de que nos amputen la que se ha roto. Estamos ante una
hermosa novela, pequeña, pero hermosa.
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