El
afán sin límite
Hope
Jahren
Traducción
de Ana Pedrero Verge
Paidós
Barcelona,
2020
232
páginas
El
libro habla, fundamentalmente, sobre cómo se generó el cambio climático. Cuenta
la historia geofísica y biológica del planeta, y también la intervención del
hombre que, atrapado en las políticas de mercado, ha podrido la naturaleza, parece
determinado a exterminar la vida, tal y como la conocemos, en la Tierra. Dicho
así, no da la sensación de que nos encontremos frente a una nueva voz. Pero
Jahren ha decantado mucha información para nosotros, y la ha resumido de una
forma en la que es imposible no entenderla. No entra en el debate con los negacionistas,
sencillamente, expresa lo necesario: “Vayamos al grano: si algún día tu vida se
desmorona y lo pierdes todo, ¿a qué lugar recurrirás y regresarás?”. Sin duda,
al tarro de mermelada de la abuela. Porque Jahren va de lo particular, casi de
lo privado, de sus asuntos, a lo mundial, a la humanidad, en un balanceo
armonioso, sin alardes y sin fallecer: “Todas las necesidades y todo el
sufrimiento del mundo -sí, todo- surgen de nuestra incapacidad de
compartir, no de la incapacidad de la Tierra de producir”. Y ésta es una
estupenda definición del neoliberalismo, que está matando al planeta.
El
libro se divide en cinco apartados: en el primero se nos habla de las reglas de
la vida humana y cómo se han modificado desde los primates y, sobre todo, en
los últimos años. El segundo versa sobre la producción de alimentos, sobre las
invenciones y la explotación del suelo y de la carne. En el tercero se utiliza
la energía, mayormente la eléctrica, para comentar qué deterioro es excesivo y
cuál es inevitable. A continuación, se nos habla sobre los famosos efectos del
cambio climático -como la elevación del nivel del mar-, explicando a qué se
deben y qué suponen. Por último, se exponen las vías de actuación mejores para ralentizar,
al menos, este sendero hacia el deterioro. De este último apartado, y flotando
a lo largo del libro desde la primera página, está una suerte de espíritu de
voto civil: cada vez que decidimos no encender la televisión, cada vez que
elegimos el tren en lugar del automóvil, cada vez que compramos verduras en vez
de pescado, estamos emitiendo un voto. La confianza en la parte humana de la
humanidad, valga la redundancia, da a la voz de Jahren una consistencia y un
sosiego que agradeceremos. Con el lector ha compartido esa virtud de hablar sin
escupir. Y así es como mejor se aprende de lo que vamos escuchando.
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