Oh gueto mi amor
Eduardo
Halfon
Ilustrado
por David de las Heras
Páginas
de espuma
Madrid,
2018
63
páginas
Un
hombre, un tal Eduardo, con un porcentaje de sangre judía y polaca, aunque
afincado lejos de Europa, nacido lejos de Europa, siente que está incompleto si
no termina de componer todo el pasado de su familia. La atrocidad de los
sucesos en guetos como el de Varsovia, durante la Segunda Guerra Mundial,
tuvieron lugar hace un tiempo indefinido: o somos todavía rabia o somos olvido.
O somos, como elige Eduardo, melancolía. Convencido de que no hallará
respuestas de no ver con sus propios ojos el lugar, se embarca en un viaje casi
silencioso hacia el gueto, buscando la calle y la casa donde alguno de sus
abuelos vivió, por llamarlo de alguna manera, la crueldad de la Shoah. Allí
encuentra el apoyo de una mujer tan fea como enigmática, que se dedica a ayudar
a gente como Eduardo. Él no es el primero y ella, que carece de raíces judías,
dedica su tiempo a investigar lo que gente como Eduardo necesita resolver.
Porque para Eduardo es una necesidad expresada. Sin embargo, para la mujer la
necesidad es un enigma. ¿Por qué lo hace? Salta a la deducción razones como el
sentido de la culpa, por el único motivo de ser una de las emociones que nos
empujan con más frecuencia. Pero jamás ha dado una pista, ni siquiera una
mirada, sobre los motivos de su entrega.
Y
así Eduardo vaga solo, buscando, mirando, imaginando. Con un gabán comprado
porque le extraviaron las maletas durante el viaje en avión. Apenas puede
comunicarse y apenas queda nada que le resuelva sus dudas. Tal vez porque todos
nos sentimos incompletos y tal vez porque no sabemos hacia dónde proyectar esa
escasez que nos acompleja. El gueto, en el que espera encontrar un amor, de ahí
la melancolía de este relato hermosamente ilustrado, encuentra que los hombres
y las mujeres aman. Se aman y aman a sus hijos. Y aman los recuerdos, incluidos
los de aquellos a los que gente como la mujer que le ayuda rinden tributo de
una u otra manera. Pero lo que existe, lo que realmente sucede, es la
narración, lo que vamos construyendo a medida que los segundos del reloj van
sumando tiempo a nuestro pasado y anuncian nuestro futuro.
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