La
luna nómada
Leonardo
Valencia
La
Huerta Grande
Madrid,
2025
242
páginas
Hace
mucho tiempo que se escribió el cuento perfecto, tal vez algún relato de Maupassant,
por ejemplo, o la mayoría de los de Chejov. Pero aun así, cientos de escritores
han seguido tratando de escribir otro relato con otro tipo de perfección: la
ingeniería verbal e imaginativa de Borges, la sorprendente inquietud de Kafka,
el extrañamiento ambiguo de otras geografías en Paul Bowles, la potencia de James
Joyce, la acción deshuesada de Carver o cualquier experimento posmoderno, nos
hablan de la inquietud permanente por este género. Se trata, eso sí, de
mantener sus valores, a cualquier precio, con cualquier recurso: el galope
hacia el final sorprendente, la intensidad de sugestión y la concentración
narrativa, prescindiendo de digresiones. Leonardo Valencia (Guayaquil, Ecuador,
1969) sabe muy bien todo esto, como sabe que no debe abandonar la energía
concisa o la evocación de los espacios que nos remiten a la realidad. Su
compromiso será con la literatura, con toda la historia de la literatura y las
estrategias narrativas que se han ideado, y así nos lo hace saber a través de
este proyecto, La luna nómada, que está abierto, que está en marcha.
Escribir
un cuento perfecto no es una meta, sino una ruta. Así pues, lo que debemos
emprender es un camino de aprendizaje, nos sugiere el autor, a través del
descubrimiento. Cada generación ha tenido sus innovaciones, y todo lo aportado
le sirve para idear. Al fin y al cabo, sabe que por mucho que cambien las
estrategias, las palabras serán las mismas. Esta versatilidad se verá reflejada
a través de cada uno de los relatos, de manera que se nos entrega un libro en el
que lo que se imponen son las lecturas del autor. Al lector inquieto no le será
complicado rastrear la influencia en cada una de las propuestas, un juego al
que se entregará con deleite, porque las sorpresas brotan una y otra vez,
porque Valencia es dueño de la varita mágica de lo imprevisible. El interés surge
en la primera línea, bien porque estemos frente a una factura clásica o frente
a un cuento con forma de diálogo o dietario, y se gradúa a lo largo de cada
párrafo. Pero hay una conocida teoría sobre la narración que aquí apunta con
maestría, nos referimos a la del iceberg. Es cierto que lo que asoma es muy
poco, porque el resto está bajo el agua, pero el reto será inquietar al lector
lo bastante como para que tenga ganas de sumergirse y explorar lo que se esconde
en un mundo frío y en el que impera el silencio. Para facilitar la empatía con
cualquier lector, Valencia nos va trasladando por distintos lugares geográficos,
por escenarios, a la vez que por momentos vitales en los que nuestro paso por
la tierra no está resultando nada cómodo. No aturde, pero sí nos pone sobre
ascuas, lo bastante como para querer conocer el resto del iceberg.
Estamos
frente a un autor culto, que se dio a conocer con la primera versión de esta obra,
en 1995, a la que se han ido añadiendo otros cuentos y se han ido revisando los
ya existentes. Conservar sea paciencia y ese amor por lo creado nos habla de
alguien que adora leer y escribir, alguien cuyo empeño es literario. Pero la
realidad se alimenta de la ficción y la ficción se alimenta de la realidad. De
ahí que nos afecten estas invenciones, esta creación en marcha, escrita poniendo
todo el cuidado posible en cada una de las narraciones. Y editada, no podemos
dejar de decirlo, con un gusto exquisito por La Huerta Grande, que vuelve a
acertar en esta apuesta literaria, en este conjunto de relatos que merecía la
pena rescatar, devolver a la vida.
Fuente: Zenda

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