Los
narcisistas que nos rodean
Omar
Rueda
RBA
Barcelona,
2025
383
páginas
La
pregunta que no conseguiremos desvelar jamás es ¿en qué consiste el mal? De
hecho, uno se cuestiona si la maldad es algo innato, aprendido o una
enfermedad. Sabemos que el mal existe porque hay gente que sufre sin
merecimientos los daños que provoca alguien más. Un rey genocida o Jack el
Destripador son ejemplos extremos, pero también están las personas a las que
parece que lo único que le importa en esta vida es fastidiar, y lo hacen con
saña. La crueldad, el sadismo, el afán de poder bien podrían ser defectos en el
libro de la sabiduría de cualquier religión sensata. ¿Por qué existen? ¿Qué
necesidad tenemos de lidiar con ello? Ser buena persona es muy fácil si uno se
lo propone, pero es complicado conseguir que tus pasos no afecten a nada ni a
nadie, porque enseguida te vas a tropezar con columnas de hormigas o un sintecho
que te pide monedas a la puerta del supermercado, y todo tu dinero está dentro
de una tarjeta de crédito.
Este
libro, Los narcisistas que nos rodean, trata parte de este asunto desde
una perspectiva divulgativa, casi coloquial. Omar Rueda (Barcelona, 1984) es un
psicoterapeuta que se ha encontrado con frecuencia con pacientes que han
sufrido el mal que provocan las personas que padecen una psicopatía que tal vez
se podría calificar de subclínica, o que son psicópatas capaces de estar
integrados sin que nadie tenga que avisar a la policía. También ha tenido a
gente de esta condición, no sólo a sus presas, en consulta. Antes de comenzar
la lectura hay que avisar de algo que él mismo repite en algún momento: no todo
lo malo que te ha pasado en la vida es producto del encuentro con gente de
estas características. Pero sí considera que los cambios sociales que comenzaron
a tener lugar en los años ochenta y noventa han facilitado la aparición de personas
con estas connotaciones: los cambios en las estructuras familiares y en los
roles, actuaron por goteo y, aunque existe una predisposición congénita en
quienes llegan a formar parte de este grupo, no hay que olvidar que los
factores ambientales influyen en el desarrollo de las enfermedades. Desde
entonces hasta hoy, la soledad, el miedo, todo lo que apunta a disparar los
estados de alerta, son constantes en nuestro ecosistema occidental.
El
objetivo de Rueda es dar herramientas para poder lidiar con las personas que
practican un tipo de abuso que es invisible. Nos hablará de los vínculos
traumáticos, la manipulación, los cómplices encubiertos o cómo consiguen
imponer su narrativa. En su estudio, Rueda huye del maniqueísmo, al que nos
sería fácil llegar si el lector comienza a identificar los rasgos que señala
con su historia personal. Es cierto que en su mayor parte da la sensación de
estar hablando de relaciones de pareja, de maltrato, pero hace hincapié, de vez
en cuando, en los ambientes de trabajo, y dedica un capítulo a las
consecuencias que tiene dentro de una familia un progenitor que sea psicópata
narcisista encubierto. A este asunto, a los efectos transgeneracionales de los
psicópatas integrados, podría dedicarse otro ensayo, ya que su maldad parece
producirse por goteo, y uno de los riesgos que más parecen existir es que
afecten a los hijos, hasta el punto de romperlos por su línea de cristalización
y convertirlos a ellos, a su vez, en psicópatas integrados.
El
discurso que sigue Rueda es sensato. En ocasiones podría interpretarse como de
autoayuda, sin que esto rebaje su interés, pues da la sensación de estar
escrito para facilitar la sanación de quien ha padecido la convivencia con
alguien así. Es cierto que ganaría en densidad con una revisión en la que se
eliminaran ideas que se repiten, pero también que para alguien que se está
enfrentando por primera vez a este tipo de ensayo conviene dejar bien anclados los
conceptos fundamentales. En cualquier caso, se trata de un ensayo que aporta
algo fundamental y necesario: conocer cómo se está configurando nuestro mundo, entendiendo
que nuestro mundo no son las noticias de los periódicos, sino esas personas que
nos acompañan en el desayuno, en la oficina, en la sala del cine o en el
supermercado.
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