martes, 16 de septiembre de 2025

LOS NARCISISTAS QUE NOS RODEAN

 

Los narcisistas que nos rodean

Omar Rueda

RBA

Barcelona, 2025

383 páginas

 



La pregunta que no conseguiremos desvelar jamás es ¿en qué consiste el mal? De hecho, uno se cuestiona si la maldad es algo innato, aprendido o una enfermedad. Sabemos que el mal existe porque hay gente que sufre sin merecimientos los daños que provoca alguien más. Un rey genocida o Jack el Destripador son ejemplos extremos, pero también están las personas a las que parece que lo único que le importa en esta vida es fastidiar, y lo hacen con saña. La crueldad, el sadismo, el afán de poder bien podrían ser defectos en el libro de la sabiduría de cualquier religión sensata. ¿Por qué existen? ¿Qué necesidad tenemos de lidiar con ello? Ser buena persona es muy fácil si uno se lo propone, pero es complicado conseguir que tus pasos no afecten a nada ni a nadie, porque enseguida te vas a tropezar con columnas de hormigas o un sintecho que te pide monedas a la puerta del supermercado, y todo tu dinero está dentro de una tarjeta de crédito.

Este libro, Los narcisistas que nos rodean, trata parte de este asunto desde una perspectiva divulgativa, casi coloquial. Omar Rueda (Barcelona, 1984) es un psicoterapeuta que se ha encontrado con frecuencia con pacientes que han sufrido el mal que provocan las personas que padecen una psicopatía que tal vez se podría calificar de subclínica, o que son psicópatas capaces de estar integrados sin que nadie tenga que avisar a la policía. También ha tenido a gente de esta condición, no sólo a sus presas, en consulta. Antes de comenzar la lectura hay que avisar de algo que él mismo repite en algún momento: no todo lo malo que te ha pasado en la vida es producto del encuentro con gente de estas características. Pero sí considera que los cambios sociales que comenzaron a tener lugar en los años ochenta y noventa han facilitado la aparición de personas con estas connotaciones: los cambios en las estructuras familiares y en los roles, actuaron por goteo y, aunque existe una predisposición congénita en quienes llegan a formar parte de este grupo, no hay que olvidar que los factores ambientales influyen en el desarrollo de las enfermedades. Desde entonces hasta hoy, la soledad, el miedo, todo lo que apunta a disparar los estados de alerta, son constantes en nuestro ecosistema occidental.

El objetivo de Rueda es dar herramientas para poder lidiar con las personas que practican un tipo de abuso que es invisible. Nos hablará de los vínculos traumáticos, la manipulación, los cómplices encubiertos o cómo consiguen imponer su narrativa. En su estudio, Rueda huye del maniqueísmo, al que nos sería fácil llegar si el lector comienza a identificar los rasgos que señala con su historia personal. Es cierto que en su mayor parte da la sensación de estar hablando de relaciones de pareja, de maltrato, pero hace hincapié, de vez en cuando, en los ambientes de trabajo, y dedica un capítulo a las consecuencias que tiene dentro de una familia un progenitor que sea psicópata narcisista encubierto. A este asunto, a los efectos transgeneracionales de los psicópatas integrados, podría dedicarse otro ensayo, ya que su maldad parece producirse por goteo, y uno de los riesgos que más parecen existir es que afecten a los hijos, hasta el punto de romperlos por su línea de cristalización y convertirlos a ellos, a su vez, en psicópatas integrados.

El discurso que sigue Rueda es sensato. En ocasiones podría interpretarse como de autoayuda, sin que esto rebaje su interés, pues da la sensación de estar escrito para facilitar la sanación de quien ha padecido la convivencia con alguien así. Es cierto que ganaría en densidad con una revisión en la que se eliminaran ideas que se repiten, pero también que para alguien que se está enfrentando por primera vez a este tipo de ensayo conviene dejar bien anclados los conceptos fundamentales. En cualquier caso, se trata de un ensayo que aporta algo fundamental y necesario: conocer cómo se está configurando nuestro mundo, entendiendo que nuestro mundo no son las noticias de los periódicos, sino esas personas que nos acompañan en el desayuno, en la oficina, en la sala del cine o en el supermercado.

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