Un
paseo por la Praga de Kafka
Alberto
Gil
Reino
de Cordelia
Madrid,
2024
229
páginas
Alto,
flaco y con orejas puntiagudas, casi se podría decir que con el tipo de un elfo
oscuro, este tipo, Franz Kafka, nos reveló que la revolución de la literatura vendría
de la personalidad del autor, que se aloja en todos y cada uno de los estratos
del cerebro. El siglo XX comenzó con una serie de autores jugando con el
lenguaje, a ver quién hacía la frase más curiosa, más densa, más larga (incluso
sin comas ni puntos), más bonita, con más sentidos. Hasta que llegó Kafka y
dijo que la literatura no son solo palabras y juegos de palabras, que la
literatura es bregar con los monstruos propios y con los monstruos sociales, y
además hacerlo con un sentido del humor muy particular, uno que nos puede
llevar hasta el aturdimiento. En realidad, Kafka lo que hizo fue liberarnos de
escuelas y modas, de corrientes literarias y estilos funcionales, para indicar
que el autor que pretenda aportar algo nuevo, lo mejor que puede hacer es
aportarse a sí mismo. Kafka descubrió a Kafka.
Su
leyenda llega a tal punto que Alberto Gil no es el primer lector que se embarca
en un viaje a Praga para indagar por ahí qué es lo que la ciudad pudo aportar a
la mente de nuestro autor. Praga, por su parte, se ha convertido, sobre todo en
épocas de buen tiempo, en una ciudad muy turística, casi un parque temático
para enamorados. Aun así, ¿sería posible reconocer a Kafka mientras nos movemos
por sus calles? Si intentamos reproducir su vida, viviendo la única parte que
nos resulta posible revivir, a lo mejor entendemos un poco mejor al escritor.
Con este propósito Alberto Gil elabora un delicioso libro sobre la ciudad y el
autor. Estamos frente a una combinación de guía y biografía elaborada con gran
acierto a la hora de compensar las miradas hacia la ciudad con las vivencias
del personaje. El equilibrio que Gil consigue es complejo, pero nos lo traslada
con tal sencillez que se nos antoja una lectura de lo más natural, una lectura
fácil que se va haciendo más y más interesante a medida que avanzamos en ella.
Hay admiración, sí, tanto hacia Praga como hacia Kafka, pero jamás se sale de
la justa medida: en una obra en la que uno estaría tentado a caer en hipérboles,
Gil sabe contenerse, sabe ser grato y agradecido a un tiempo.
Como
invitación a releer al autor y a volver a visitar la ciudad, funciona perfectamente.
Pero sobre todo funciona a la hora de expresar que hay un vínculo entre ellos,
y que ese vínculo se puede ir resolviendo, pero va a ser complicado que lo
hagamos del todo, porque lo que más nos apetece es dejarlo en el misterio, dejar
que se imponga la leyenda: lo que más nos atrae no nos atrae por motivos
racionales, nos atrae porque por más que pensemos en ello, seguiremos siempre
con ganas de volver a indagar.
La
edición que Reino de Cordelia ha elaborado de este texto es un cuidadísimo
libro ilustrado, una de esas piezas con las que de vez en cuando nos invita a
comprar ejemplares para regalar a los amigos, sabiendo que el regalo será un
éxito. Queremos dar la bienvenida a este volumen, que esperamos pase a formar
parte de los fondos de cualquier biblioteca personal.