miércoles, 24 de enero de 2018

EUROPA EN EL PARABRISAS

Europa en el parabrisas
Robert Byron
Confluencias
Málaga, 2013
296 páginas



Conocido por su excelente libro Viaje a Oxiana, Robert Byron (1905-1941) se había estrenado como escritor de viajes con apenas veinte años, en un texto que no pretende ser literario. Pero una vez impreso el texto, este ya no pertenece al autor (excepto a la hora de percibir los derechos por la venta del mismo), sino a los lectores. Y como literatura puede ser valorado. Este mal afecta incluso a las crónicas de las corridas de toros o a los mensajes escritos en las cajetillas de tabaco. Cuatro sílabas como son fumar mata, dan para un análisis de interpretación de texto que abarca varias páginas. Las casi trescientas páginas de Europa en el parabrisas también, aunque sería mejor centrarse en lo que de verdad se impone de su lectura, para resumir asuntos. Se trata de un texto escrito a toda pastilla, dando la impresión de que ese frenesí ha sido el que se impuso en el viaje. Lo que les llevó a complicar la tarea del viajero de interpretar aquello que estaban atravesando, una labor a la que se consagraría más tarde Byron, con la serenidad de los años y el ansia por aprender del mundo.
Byron se embarca en un automóvil con otros dos amigos para recorrer la geografía que va de Londres a Atenas. Estamos en los años veinte, en plena época entre guerras o, para ser más exactos, en el paréntesis que sucedió en una guerra que se prolongó treinta años. Las fronteras son lugares siniestros y la única forma de combatir los miedos es el humor. Gran Bretaña sigue siendo un país europeo al margen de Europa, y viajar al continente es una experiencia equivalente a la que hoy disfrutaría un antropólogo marciano en nuestro planeta. Aparentemente, Byron se limita a redactar lo que registra, una secuencia de anécdotas interrumpidas por descripciones de lugares y personas. Pero detrás de su mirada hay todo un modo de ser, un ímpetu juvenil en el que el descubrimiento solo puede ser divergente, algo cínico y con la facultad estética batida a punto de nieve. Apasionados, a Byron y a sus amigos lo que les sale al paso les provoca sensaciones extremas: mucho placer o mucho horror, mucha diversión o mucha lástima.

Como buen viajero de su época y su cultura, en Byron hay algo de anglocentrismo, ese que consiste en extrañarse de las otras costumbres que imperan en el viejo continente, por el mero placer de extrañarse. Una experiencia a la que no le falta un hedonismo un tanto aristocrático, entusiasta y con unas pretensiones picarescas, incluso gamberras, frustradas por la condición económica alta en la que nacieron y se criaron los protagonistas. Esa misma condición es la que le otorga a Byron la cultura y el estilo para crear un libro muy dinámico, que sería elegante de no caer en un espíritu deportivo, en el que se impone la reivindicación del único motivo que existe para viajar: recuperar la sensación de sentirse libre.

Fuente: La línea del horizonte

1 comentario:

  1. Por ser de los periodos más largo los especialistas lo tuvieron que dividir en 3 etapas, en donde se tomó como referencia para hacerlo era el cómo trabajaba las piedras. Estas son las etapas diarioelcallao.net/que-es-el-paleolitico/

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