jueves, 8 de diciembre de 2022

MAQUIS

 

Maquis

Alfons Cervera

Piel de Zapa

Barcelona, 2022

204 páginas

 


En el catálogo de odios humanos destaca el teológico, que suele producirse entre sectas religiosas, incluidas las que cuentan sus seguidores por cientos de millones. No se puede discutir la palabra del líder, que es quien va a poner el suelo bajo nuestros pies, quien evita que nos sieguen la yerba bajo las suelas, la persona que mejor sabe cómo debemos sostenernos sobre nuestras piernas y que es inquebrantable, un tipo que jamás comete errores. Una sola palabra suya, o una sola palabra contra él, basta para que se condene a la hoguera a miles de infieles. A pesar de ello, el odio contra él, como casi todas las formas de odio, libera, porque cuando todos los demás recursos se nos han agotado, cuando parece que ya nada nos indica que debemos seguir existiendo y sabemos que existir supone una lucha, queda la rabia.

Será ese último recurso, que es tan humano y al que nos gustaría no tener que acudir jamás, el que ponga en marcha las decisiones de estos personajes, de los que tuvimos noticia ya en 1997, cuando se publicó la primera edición. Ahora Piel de Zapa recupera Maquis en edición conmemorativa, veinticinco años después, y comprobamos que apenas ha cambiado nuestra sensación al leerla. La vida nos viene en fragmentos y es un suceso coral. Ese es todo el plan que nos puede ofrecer. Las novelas, por su parte, sí obedecen a un plan previo, a unas intenciones, a un propósito. Maquis cumple la doble función de responder a un planteamiento novelístico, con sus recursos perfectamente medidos para dar pie a la emoción del miedo y la espera, y con la figuración de responder a un trozo de vida, fragmentada y sin final.

La escritura sigue reproduciendo el ambiente de época, con su sencillez y a la vez con su trabajo eligiendo bien el lenguaje, cuidándolo, sin adornos y con riqueza. Sus cualidades no han cambiado. Aunque sí las previsiones con las que ahora podemos leerla, que han transformado esta obra coral en algo más coral aún, pues ya no es la historia de estos hombres y de estas mujeres, sino que representa la historia de muchos hombres y de muchas mujeres. Volvemos a la idea de las gargantas silenciadas que todavía imploran por un espacio. La necesidad de recuperar esta obra es evidente, pues nos habla mucho mejor de tantas cosas de el pasado que los artículos de prensa y las leyes y los debates sobre las leyes.

Porque la novela funciona en un grado más humano, menos administrativo. Aquí volvemos a enfrentarnos a los principios morales de los hombres que marchan a luchar contra el fascismo, sin apenas recursos, emulando a los bandoleros. Pero también con la ética de las mujeres que, como Penélope, esperan y que, como María Magdalena, intentan librar del sudor a los condenados. Estuvieron en la sombra por culpa de la tradición y de las maldiciones de la posguerra, que parecen dos males entrelazados como la planta trepadora al tronco del árbol. Volveremos a recomendar la lectura de esta novela, que no dejará a nadie con mal sabor de boca, por su calidad literaria, y ayudará a entender la humanidad que acompañaba a tantos desfavorecidos a los que no les quedaba otro recurso que no fuera la rabia.

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