Andar sin ruido
Carlos Frontera
Páginas de espuma
Madrid, 2017
156 páginas

El humor de Carlos Frontera es inteligente, pero es también común. Lo que ocurre es que él se atreve a atravesar unas puertas que nos parecen prohibidas por culpa de la conciencia. Y la conciencia, a la hora de la verdad, es un contrato social. Hay que romperlo y para ello nada mejor que tratar sobre lo más cercano, el padre, la madre, la pareja. Excepto en un par de casos, los más atrevidos, uno de ellos en grado de violencia y escatología, la voz es la de un hombre que está en edad de casarse o ha estrenado matrimonio no hace mucho. Y, claro, están los suegros. Todos juntos forman una semifamilia, una familia incompleta. Que la familia es una farsa es una idea que debería calar ante de evitarnos más disgustos. El día que Carlos Frontera se plantee decirlo en serio, nos hallaremos frente a una obra que romperá la tradición comedida de un país que, en ese sentido, sigue siendo conservador. Aquí el humor, surrealista o próximo en ocasiones a ciertas revistas cómicas, sirve de enlace para que el lector no se abrume con esta idea.
Frontera escribe, si nos ponemos serios, con rizomas sintácticos. Se reirá al oír esta expresión, pues él se limita a ponerle puertas al lenguaje del narrador y repetir las palabras en un juego de ideas encadenadas. Se permite ser normal y volver a la casilla de salida tantas veces como lo manden los dados, algo para lo que hace falta mucho talento. Algo que sucede, siempre, en las relaciones de pareja, tanto en los monólogos como cuando les expones los problemas a los amigos. Las novias son una manifestación egoísta del amor, no por culpa de ellas, sino por el hecho de que nos plantea en qué consiste estar enamorado si no sirve para fines propios. En ese sentido, y gracias a su estilo y su mundo sencillo, se permite decir lo que todos hemos pensado sin que parezca una falta de educación. Aunque los personajes, sobre todo los narradores, no esconden sus taras y sus déficits a la hora de querer y dejarse querer. Bueno, en realidad, no se sabe bien si alguno de los personajes se atreve a dejarse querer. No da esa sensación y la mutilación se los lleva por delante. Hasta tal punto que, debemos advertir, alguna de las piezas no son relatos puros. Algunas son piezas breves, pero nada de presentación, nudo, desenlace. Gestos o arrebatos por delante de lo puramente narrativo. Para lo cual, repetimos, Carlos Frontera posee un talento que el día en que se le imponga otro tipo de obra, nos va a sorprender, otra vez, a todos.
Fuente: Culturamas
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