Antología
de Spoon River
Edgar
Lee Masters
Traducción
de Eduardo Moga
Galaxia
Gutenberg
Barcelona,
2025
693
páginas
Cuando
Luis Mateo Díez matiza en la presentación el sentido de la obra, acierta como
acierta no ya un lector, sino un creador: «Su cósmica verbalización de voces,
ensueños, amargura, injurias, deseos abortados, reformas traicionadas y, en
fin, vidas sin sentido que se yerguen majestuosas contra el miedo y las
contrariedades que las despedazaron, es fruto de una imaginación que pertenece
a la literatura universal». La enumeración descriptiva se completa más adelante
cuando menciona «esa fina hebra de pasiones, éxtasis y locura que componen los
trabajos y los días del común de los mortales». Edgar Lee Masters (Garnett,
Kansas, 1868 – Melrose Park, Pensilvania, 1950) hace en esta Antología de
Spoon River, una de las obras más magníficas que ha dado la poesía estadounidense,
una recreación emocional de toda una civilización encerrada en su microcosmos.
Para ello elabora los epitafios de sus habitantes, es decir, imagina que está paseando
por un lugar colmado de fantasmas.
Estos
versos, que atribuye a lo que dicta uno de los personajes, podrían muy bien
representar el sentido de la obra: «y vosotros, que deambuláis por entre las
tumbas, / creéis saber de la vida. / Creéis que vuestros ojos abarcan un ancho
horizonte, quizá; / en realidad, solo veis el interior de vuestro tonel / (…)
/Estáis sumergidos en el tonel que sois. / Los tabús, las normas y las apariencias
/ son las duelas de vuestro tonel». Resulta abrumador pensar en lo universal
que es esa advertencia. Lo común a cada uno de estos habitantes es la dificultad
de vivir, el estúpido sentido que da el pensar para qué ha vivido uno. No se
trata del sentido de la vida, de por qué vivir, sino de para qué. Están al otro
lado de la tumba, donde se supone que ya no tienen cuentas que rendir, y ahí desatan
todo tipo de miserias humanas, en toda suerte de volúmenes, explicando que sí
existe el bien y el mal, sobre todo el mal, tan ligado a la estupidez, a las
debilidades, el que genera el malestar de las deudas pendientes.
No
se cuentan las historias, y sin embargo se apuntan con tal fuerza que uno da
por supuesto que tras cada vida hay una gran novela. Una descomunal novela si
tiene en cuenta que las vidas se entrelazan, de manera que Spoon River es un
lugar que haría parecer el tránsito por Macondo o por Yoktapanawpha algo así
como un paseo por el parque una mañana de domingo. La construcción, y la medida
de la construcción del relato coral, queda a la imaginación del lector. Y
espolear la creatividad de quien recibe la poesía es uno de los grandes logros
literarios que se pueden alcanzar. Ya solo por eso, sabemos que Antología de
Spoon River es una obra maestra. Marcharemos con cuidado sobre las tumbas y
entre los espíritus, que construyen un lugar en que no se desea vivir, un lugar
donde haber nacido nos habla de la maldición del destino, que es la primera de
las injusticias a la que nos enfrentamos. Y esta obra no deja de ser una
denuncia constante de injusticias.
Las
pérdidas, el desgaste de haber vivido, los sucesos que se imponen sobre las voluntades,
los culpables y los diferentes grados de crueldad, atraviesan todos los versos
de unos personajes que enuncian parte de los secretos, pero tal vez no el
contenido completo de cada secreto. Al fin y al cabo, la voz es algo subjetivo.
Hay, eso sí, un trasfondo de querer honrar a la comunidad, un concepto que
indica que este pudo haber sido un gran sitio si tal vez las circunstancias
hubieran cambiado. Pero los pequeños gestos, los que definen la personalidad de
cada individuo, los que nos empujan a querer saber más de ellos, no pueden nada
contra una vida que les ha arrollado.
Galaxia
Gutenberg ha fiado la edición a Eduardo Moga, que ya hiciera un excelente
trabajo en la traducción de Hojas de hierba. Ofrecer una edición
bilingüe es todo un acierto y permite disfrutar y entretenerse más tiempo en estas
páginas que, repetimos, son una de las más grandes obras de la literatura
universal. Bienvenidos a Spoon River, un lugar que visitaremos miles de veces y
en cada ocasión entendiendo que estamos yendo un paso más allá en las virtudes
de la obra, que son infinitas.
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