domingo, 31 de marzo de 2019

SIGUIENDO A MOBY DICK


Siguiendo a Moby Dick
Owen Chase, J.N. Reynolds, Emili Olcina (editor)
Laertes
2018
221 páginas

Sabíamos, gracias a obras como En el corazón del mar, de Nathaniel Philbrick, que existió al menos una gran ballena blanca. Sabíamos que antes de que Moby Dick se instalara en el corazón de la humanidad como una leyenda que encoge los latidos, por su capacidad para representar el mal hasta en la dimensión de las desconocidas profundidades de los océanos, entre los marinos se daba la obsesión y se prodigaba la muerte. La lucha contra los monstruos de las aguas, una lucha inmensamente desigual, estaba relacionada con la codicia, codicia por la riqueza que guardaban dentro de la piel, sí, pero también codicia por una especie de ardor guerrero que, entendían, era algo natural, algo innato en el hombre, en el varón, en el cazador. El capitán Ahab sería una caricatura del mismo de no encontrárnoslo en un entorno aterrador, en una historia en la que sabemos que se impuso la muerte, la violencia del mal.
En esta recopilación de textos, a cargo de Emili Olcina, queda reflejada la obsesión y las consecuencias de la obsesión, cuyo imperativo será sembrar más dudas, más misterio, más terror. En realidad, Olcina selecciona dos textos, suficientes como para aturdirnos con los reportajes de la gran ballena blanca que asesinaba hombres, que destrozaba barcos por su fuerza, sí, pero también por su inteligencia. El primero de los relatos, expuestos en orden cronológico, pertenece a uno de los supervivientes del Essex, el barco que protagoniza los primeros meses de En el corazón del mar. No se trata de ninguna ficción, sino de una narración sobre el naufragio. Que el mismo lo haya provocado una leyenda, un ser que no debería de existir, no hace sino aumentar el verdadero tema del naufragio: la lucha por no perder la cordura. Hay un interés acérrimo en el diario, un interés por los actos que llevaran a una determinación por ir abandonando lo que nos hace humanos. Pero también un interés por la representación del naufragio como metáfora. En buena medida, todos estamos abandonados a los caprichos de un océano, todos naufragamos, todos estamos al borde de la locura y no existe otro tema que no sea mantenernos en pie con dignidad. Apenas hemos creado inventos que nos ayuden a no caer en la violencia de la antropofagia o la crueldad, normas de convivencia que nos ayuden, como las que marcan los semáforos, o una química que nos relaje, como la del Alprazolam. En el caso extremo de un verdadero naufragio, la locura terminará por desatarse, por ser lo que, junto al maltrecho bote, mantenga vivo un día más a alguno de los que la padecen.
El segundo texto nos habla de una leyenda a flor de agua: Mocha Dyck, una bestia que conocieron algunos arponeros, en las aguas del Pacífico, de la que surge el nombre de la criatura de Melville. En este caso el protagonismo de la acción es la caza y será el fracaso. Lo que transmite el relato de uno de los hombres de abordo, el primer oficial, es la maldición de los límites del ser humano: ni nuestras fuerzas son suficientes como para acabar con la bestia, ni nuestro gran invento, el barco, soportará la furia del demonio. En el océano somos un mero turista, por mucho que nos disfracemos con armamento, sujetos a las leyes de una naturaleza que puede presentar batalla y que, sabemos, en caso de cólera tiene todas las posibilidades de ganar. Tiene todas las posibilidades de acabar con nosotros. El relato, como varios de Conrad, está narrado de manera oral, como si uno de los que lo escucharan registrara las palabras que reflejan la batalla, y funciona tan bien como los del genial autor polaco.
El conjunto es un libro que nos explica Moby Dick, pero no lo interpreta en el aspecto moral o artístico. El resultado nos habla de las razones por las que la obra de Melville se ha convertido en una de las grandes novelas de la historia: la existencia real de todos los males que Melville supo recoger y convocar a la hora de escribir una obra en la que todas las páginas nos hablan del infierno.

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