Contra Amazon
Jorge
Carrión
Galaxia
Gutenberg
Barcelona,
2019
172
páginas
Pensamos
que la inteligencia está diseñada para la creatividad, la aritmética, la memoria,
las relaciones o la resolución de la lista de la compra, pero su función es,
por encima de cualquier otra, la supervivencia. Las tortugas tienen su
caparazón y los leones las garras, las ballenas el tamaño y las gacelas la
velocidad. Por su parte, el ser humano dispone de un cerebro capaz de abordar
problemas de muy diversa gradación, cuyo primer objetivo es la adaptación al
medio. El pensamiento sería demasiado darwinista de no ser porque el medio lo está
creando, a su vez, una parte de la estirpe de los humanos, con la connivencia
de una buena mayoría, y no la deriva natural. Frente al medio artificial, de
cemento y cristales, de algoritmos y Netflix, el cerebro humano se enfrenta a la
paradoja de apañarse frente a un destino que, por fin, ha elegido él. Y el
resultado es Amazon, es Tinder, el Ali Baba, es Facebook, es Google, es
WhastApp y todas las aplicaciones del móvil, incluidas las de casas de apuestas;
el resultado es la destrucción del entorno natural, al que debería adaptarse el
cerebro, al que se ha ido adaptando a lo largo de siglos, gracias a invenciones
como el arte, que en lo que nos atañe se refleja en la literatura, y su
consecuencia, ese objeto llamado libro.
El
sustrato sobre el que Jorge Carrión (Tarragona, 1976) construye las crónicas,
entrevistas y ensayos que componen este volumen, Contra Amazon, puede antojarse hasta cierto punto reaccionario: el
mundo ha sido mejor en algún momento anterior; la idea, sin embargo, dista de
ser políticamente conservadora, como lo es la conservación ecológica o la
preservación de culturas indígenas. Se trata de un concepto situado en un bando
que Borges no dudaría en catalogar como anarquista: Carrión tiene fe en las
personas, pero no en los estados; en cada uno de los textos, sobrevuela un
empuje que pide que se impongan los sentimientos a los mercados. Carrión se
apunta al pensamiento contraintuitivo atacando algo que, con mucha manga ancha
y muy poco cariño, calificaremos como cultura oficial. Lo de oficial no tiene
pérdida, pero sobre el concepto de cultura pueden correr ríos de tinta. A cambio,
reclama la pervivencia del libro en papel, del librero y el bibliotecario como
amigo, del autor en la proximidad y no en los pedestales, del amor al libro
como objeto y a la literatura como sujeto. Aunque no todo el panorama sobre el
que construye este ideario, que leemos entre líneas, es negativo y es
conservador. Carrión se detiene en nuevas experiencias, mayormente asiáticas, que
muestran cómo se puede actualizar nuestra relación con los libros y los textos,
al tiempo que lamenta la desaparición de los lugares donde nos encontrábamos con
ellos en un territorio más próximo.
El
problema, seguramente, es que estos cambios, que han creado cerebros humanos
con la única intención de ser ellos los que sobrevivan, en un purísimo ejercicio
de darwinismo social, surgen con demasiada rapidez. Con poco más de cuarenta
años, Carrión ya vive su pasado con una nostalgia que lleva a considerar, cada
vez que se refiere a la infancia, a una época medieval. No hemos podido
adaptarnos a la lectura digital y ya tenemos encima la siguiente etapa: la no
lectura. ¿Leer post en redes sociales es lectura? ¿Es lectura abrir los libros
de los youtubers que se venden en Carrefour? Lo que sí sabemos, seguro, es que leer
Contra Amazon es literatura. Tal vez
la más interesante que haya escrito Jorge Carrión, autor de novelas y libros de
viajes, que como pensador va ganando con los años: siempre perceptivo, y ahora
con un bagaje de erudición en el que sorprende la capacidad que tiene para
asociar ideas. Un detalle de inteligencia, que no sabemos si es adaptativa,
pero sí que se engloba en el planeta de la creatividad.
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