He
decidido declararme marxista. Volumen 1
Jon
Lee Anderson
Varios
traductores
Debate
Barcelona,
2024
788
páginas
Contaminados
por los exabruptos, por el parloteo idiota, por los insultos y todos los discursos
de muchos fanáticos que nos acosan tratando de hacernos odiar a cuenta de
estupideces, volver a leer las crónicas de Jon Lee Anderson (California, 1957)
nos hace recordar cuáles son los motivos por los que merece la pena preocuparse,
perder el sueño. Estamos frente a un cronista que entiende que el oficio de
escribir es una forma de lealtad: hacia las propias líneas que elabora y hacia
el propio planeta al que mira. A pesar de enfrentarnos a algunos de los peores
momentos que se han vivido en el planeta en las últimas décadas —esta antología
recoge artículos publicados entre 1980 y 2024—, uno siente que hay cierto
enamoramiento en su capacidad de observación y comprensión, o en la dificultad
para comprender. La escritura, que es pensamiento, sirve para intentar poner en
orden las ideas que van cruzando por su cabeza de forma caótica. El caos, bien
lo sabe Lee Anderson, es imprevisible y el universo es caos. También a pequeña
escala, donde sentimos más claro que está caminando, no que se ha llegado a
ningún destino.
El
lector puede tener la impresión, durante la lectura de las crónicas, de estar
asistiendo de nuevo a la historia reciente, por todo lo que le afecta
emocionalmente. Lee Anderson es un escritor impecable, alguien que teniendo muy
claro a dónde pretende llegar se limita a sugerir, permitiendo que el lector
saque conclusiones. Sorprende la facilidad con la que oculta sus ideas previas,
como si no existieran, cuando sabemos, concluyentemente, cuáles son los
principios ideológicos a los que se agarra Lee Anderson, por haberlos leído en sus
entrevistas, donde da buena cuenta de su sensibilidad política e histórica. De
hecho, el título de esta antología, He decidido declararme marxista, es
una frase que escribió en un diario adolescente pero que no ha sido capaz de
olvidar. En cualquier caso, tampoco empaña su labor, en la que nos hace asistir
a distintos lugares del planeta para mostrarnos las naturalezas abiertas
impregnadas de virus a los que él es receptivo como lo somos frente a una
película que nos emociona. En este primer volumen, que reúne textos alrededor
de dos centros de interés, por un lado guerras y conflictos, y por otro poder y
política, viajaremos por todo el planeta, con esa habilidad que destaca David
Rieff en el prólogo, encontrándose con el perpetrador antes que con la víctima
para tratar de explicar por qué se perpetra la violencia, sin moralizar, intentando
trasladar la información necesaria para que sea el lector quien pueda
moralizar. El periodista, nos muestra Lee Anderson con su oficio, es testigo,
no fiscal.
Vuelve
a sorprendernos la vitalidad que sobrenada en las crónicas de Lee Anderson, a
pesar de estar mostrándonos los estragos que ocasiona quien ocasiona los peores
conflictos. Para transmitirnos tanta entereza, es imprescindible seguir
conservando la fe en la raza humana. Y es que no cesa de encontrar humanidad,
rebeldía, allí a donde va este hombre que se confiesa antifascista, escéptico
ante la autoridad, que aborrece la injusticia racial y el colonialismo, y es
ajeno a los puntos de vista conservadores, que creció en varios países. Sobre
este sustrato ha ido creciendo la documentación que va acumulando Lee Anderson
para entender que aquello que él refleja no es un paréntesis, pues todo remite
al humus del pasado —geopolítico, social, económico y, sobre todo, humano y de
fracaso humano—, sobre el que habitan estos protagonistas de los que él habla
tras haber empapado con sus vidas y absorbiendo lo frenético. Lo que Lee
Anderson consigue transmitir es que aunque un periodista de campo no debe
perder nunca el vértigo, para compensar bebe de algo que se asemeja mucho a la
amistad: no se trata de ser un héroe, sino de intentar ser uno más, estar cerca
de los locos y los sufrientes. Lo que nos seguirá emocionando es la sinceridad.
Y ahí es donde se muestra como el gran maestro. He decidido declararme
marxista es, posiblemente, el libro más importante que se ha publicado en
España este año. Después de su lectura, solo cabe esperar un rato muy largo
para recobrar el aliento.
Fuente: Zenda
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