lunes, 1 de abril de 2024

LA AMAZONIA

 

La Amazonia

Eliane Brum

Traducción de Mercedes Vaquero Granados

Salamandra

Barcelona, 2024

430 páginas

 

 



Este libro es un trabajo periodístico con intenciones muy militantes. No llama a engaño, lo cual se agradece, pues además la causa que defiende no puede ser más sana, más pura, más justa, más utópica y más necesaria: la Amazonia, y con ella todos los que la habitan, como representación máxima de los territorios sagrados en los que defender las buenas causas buenas, aquello que deberíamos proteger para salvar al planeta, a la humanidad, es decir, la naturaleza y las personas. En buena medida no descubre nada que ya no supiéramos, pero sí nos vamos dando cuenta, a medida que avanzamos en la lectura, que esta implicación personal de la autora, Eliane Brum (Ijuí, Río Grande del Sur, 1966), nos habla de lo importante que es desaprender para poder reinventarnos en condiciones, como mejores personas. Brum se ha implicado desde hace tiempo en las causas ecofeministas y de defensa de etnias minoritarias, lo cual ha terminado por llevarla a vivir en una ciudad en el corazón de la Amazonia, Altamira.

La implicación de la autora en la defensa de lo que deberíamos todos defender es muy pasional. Nos invita a idear, o a encontrar, no sabemos bien por qué verbo decidirnos, nuestro propio ecosistema, y a continuación empujarse a uno mismo a formar parte de ese ecosistema. Debemos advertir que nuestra periodista militante no se esconde, más bien al contrario, utiliza estos principios para hablar constantemente de sí misma, en lo que podría ser la aportación más literaria del libro. No es improbable que el lector termine por darse cuenta de que quien nos habla tiene ciertos problemas con el narcisismo, como ella misma reconoce al mencionar que lleva treinta años psicoanalizándose, y no es difícil conjeturar que estos se encuentran en la infancia y adolescencia, pues también menciona que fue madre sola con quince años. A partir de ahí, asistimos a las palabras de alguien que se mueve en la lucha, pues este es su medio natural. Claro que en esta lucha, en la que ella está en el departamento de las denuncias, es contra cualquier forma de violencia: la colonial, la machista, la étnica, la política, la económica, la de poderoso contra el perdedor, la climática, etc. La relación de datos y, sobre todo, de hechos en los que esta violencia se ha ejercido ocupan buena parte del texto, y se extienden en el pasado para hablarnos de la historia de Brasil desde la primera colonización. La resistencia de los pueblos de la selva, o que son selva, como indicaría ella, es una llamada a la rebelión que nos remite a nuestro pasado adolescente, ese en que creíamos que podríamos cambiar el mundo, que es el motor militante que no debería nunca de estar activo. Si no emulamos a estos pueblos selva o a los campesinos agroecológicos, ¿en qué nos convertimos?

Brum pretende ser el Pepito Grillo, la voz de la conciencia, y se muestra pesimista. Pero no baja los brazos. De hecho, no hace tanto que se instaló en Altamira y cuando pasada la mitad del libro nos habla del lugar, no esconde todo lo criminal que por allí campa. A una edad en la que uno desea vivir en chanclas mirando al mar, ella opta por sumar problemas, porque si no acudes a ellos, si los escondes, no vas a resolver. La literatura militante nos recuerda que no sirve de nada esconder la mierda debajo de la alfombra. Nada mejor para reflejarlo que este lugar, la Amazonia, que se nos dibuja como la antisociedad, donde no existe el Estado, donde desde siempre parece imperar la ley del más fuerte, donde todos son reos de unos Liberty Valance que nada tienen de leyenda ni de mito, porque la realidad es mucho más sucia.


Fuente: Zenda

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