lunes, 24 de noviembre de 2025

UNA MADRE TRABAJADORA

 

Una madre trabajadora

Agnes Owens

Traducción de Blanca Gago

Muñeca infinita

Madrid, 2025

173 páginas

 



Una persona puede considerarse amortizada cuando ya nada le afecta como debería: la justicia es cosa de otra época, las utopías unos conceptos absolutamente desconocidos, sorprenderse con la belleza no existe ni existe la posibilidad de que se asome nada parecido a su vida. ¿Es esto nihilismo? Es muy probable. La vida se reduce a la nada y la única expresión de la nada es vivir por inercia. Eso no es vida. Seguramente, la vida no tiene sentido, pero eso no quiere decir que la opción sensata sea no enamorarse de vivir. Aunque a muchas personas las bolas de preso que llevan en los tobillos les empujan a seguir la alternativa nihilista. Esas bolas de preso pueden ser heredadas, congénitas o estar en relación con la clase social, con la pobreza. El peor humus es el que puede haberse configurado a partir de un conglomerado de todos estos factores. Ese es el que, da la sensación, ha gestado a la protagonista y narradora de esta novela, de la que decir que es existencialista es quedarse corto. Estamos frente a uno relato muy potente en el que nos adentramos en el alma de una persona a la que seremos incapaces de comprender, y que nos llevará, inevitablemente, a la locura.

La chica se enamora de un veterano de guerra nada más terminar la misma, pero nos lleva, sin dilación, a un matrimonio que en diez años ha envejecido de manera que parecen haber saldado todo lo que pudo haber sido afecto. La protagonista indica un poco que quiere salir corriendo, pero lo que hace es buscarse un amante con el que la pareja comparte borracheras, y un trabajo que es otra ruta hacia la infelicidad. Todo esto conforma un nido de sentimientos que cualquier persona con la sensibilidad a tono entendería como un nudo en la garganta y un montón de víboras en el vientre. Pero nuestra narradora parece vivirlo con cierta naturalidad, sin desahogo, lo cual terminará por provocar ese desahogo en el lector. Como muestra más descarnada de tal planteamiento, asistiremos hacia una indiferencia casi total por dos hijos, a los que no llega a vivir ni siquiera como una molestia. Todo da bastante igual mientras podamos ir por la tarde a beber o comprar una botella de vino en el supermercado.

La acción transcurrirá entre la casa (no nos atrevemos a llamar hogar), el pub y el trabajo. No hay espacio para ningún otro paisaje. El mundo se ha encogido y cualquier otro lugar no existe, es un país extranjero al que no se nos ocurre visitar. Pero todo esto se nos cuenta en primera persona, por una protagonista que detalla buena parte de los sucesos a través de diálogos y unos apuntes de acción que funcionan de manera frenética, sin ningún tipo de alarde. En realidad, se trata de un estilo depuradísimo que nos lleva, cuesta abajo, hacia la pérdida total de la cordura. La obra es muy intrigante y nos dejará con las peores dudas sobre en qué consiste la existencia, lo cual basta para asegurar que nadie debería perdérsela. Que aparezca ahora en nuestras librerías es un gran acierto.

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