sábado, 7 de junio de 2025

EL CAMINO INESPERADO

 

El camino inesperado

Rebecca Solnit

Traducción de Clara Ministral

Lumen

Barcelona, 2025

214 páginas

 



A la hora de espolear a la gente para que su voluntad salga disparada hacia un mundo mejor, la receta la tienen los autores de canciones protesta. Víctor Jara supera a los intelectuales más sesudos y difíciles de contradecir cuando se trata de sacar lo mejor de las personas. Lo que nos conmueve tiene que ver con los afectos y estos responden mejor a los estímulos gozosos, antes que a los intelectuales. Al fin y al cabo, todos conservamos lo mejor de nuestra adolescencia, que es esa capacidad de sentir muy cerca a los mejores amigos, aquellos con los que cantábamos cuando se había escondido el sol, esperando poder seguir así, inseparables, hasta el alba.

A este espíritu responden los artículos que se reúnen en el nuevo libro de Rebecca Solnit (Connecticut, 1961), en el que no aparece la palabra dignidad, pero sabemos que es lo que está presente a lo largo de todas las páginas. Y se trataría de un tipo de dignidad política, que tiene que ver con las cosas buenas. Los pensamientos que va expresando buscan incitar y dar coraje, movernos desde la compasión hacia el activismo: «Las habilidades de los superhéroes de la vida real son la solidaridad, las aptitudes estratégicas, la paciencia, la perseverancia, la visión de futuro y la capacidad de infundir esperanza a los demás». Busca definir la mejor versión de la democracia, un mundo donde las diferencias de poder no perviertan los relatos.

«Puedes seguir caminando tanto si hace sol como si llueve. Cuídate y recuerda que cuidar de alguna otra cosa es una parte importante de cuidarse a uno mismo, pues estamos entrelazados con los tres mil millones de cosas que integran esta prenda única del destino que ha quedado ensuciada y rasgada, pero que se sigue teniendo, zurciendo y lavando». La idea clave, antes que ninguna conclusión, tiene que ver con el tiempo. Solnit recuerda constantemente que las revoluciones sociales se han ido produciendo poco a poco, que han llevado tardado, pero que el mundo va aceptándolas y en un periodo de diez años, por ejemplo, ha cambiado el rostro del planeta. «El objetivo no es llegar a ningún lugar, sino conocer mejor el lugar en el que estás». Para ello, confiesa, b busca trazar un mapa de los recorridos del cambio por los que se han construido movimientos sociales que hacen avanzar las ideas, porque no existe un camino directo y la ruta la vamos diseñando nosotros. Aquí juega un papel clave la memoria, esa parte de los recuerdos que dictan que existe algo mejor que el caos y la decadencia, y por tanto sugiere que merece la pena el esfuerzo, aunque no veamos resultados inmediatos: «Si finges que el futuro está escrito, no tienes nada que hacer».

El mundo, el futuro, que ella contribuye a diseñar tiene que ver con ideas buenas, en el mismo sentido en que existen buenas personas, de comunidad. Tiene que ver con la solidaridad, con la cooperación, con una actualización generosa del concepto tribu, con la empatía, con la colaboración. Para ello es conveniente relatar la agresividad de la ultraderecha, que no deja de atenazar las ideas, muchas veces absurdas, que llevan a la inacción en un mundo construido sobre una polaridad desigual: «Cuando la tarea de alcanzar la paz recae solamente sobre uno de los dos bandos, no hay paz que alcanzar y lo que se está planteando es una rendición unilateral. Se nos dice que es una forma de cooperación, pero, por definición, cooperar es cosa de dos, y la derecha no tiene absolutamente ningún interés en cooperar».

«La gente no ve aquello que no encaja en su visión del mundo», sostiene, advirtiéndonos contra la ceguera social y política. La memoria, nos recuerda una y otra vez, sobre todo la memoria que recuerda los cambios dilatados y los patrones que se modificaron con lentitud, nos da el poder, la convicción, el conocimiento para abordar la posibilidad de construir un mundo mejor, más sano. Solnit vuelve a librerías para mostrar que sigue siendo una voz que combina lo mejor de los intelectuales con lo mejor de las canciones protesta. Solnit es, una vez más, la mujer que enciende la antorcha en medio de la cueva oscura, cuando creíamos que ya todo estaba perdido.

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