La jaima
Mohamed
Chukri
Traducción
de Rajae Boumediane El Metni
Cabaret
Voltaire
Madrid,
2018
216
páginas
Con
El pan a secas (El pan desnudo en
anteriores traducciones) por libro emblemático, Mohamed Chukri (Beni Chiker,
1935 – Rabat, 2004) construye un proyecto literario en el que poco es lo que se
le escapa a su capacidad de percepción. Se trata de libros tristes, sí, como
los relatos que componen este La jaima,
pero de una contundencia que transforma la literatura en una herramienta para
conocer eso que llamamos realidad. Chukri escribe sin falsos pudores. Su mundo
está poblado de almas acribilladas y gente incompleta que busca rellenar los
agujeros con otra gente incompleta. De ahí esas relaciones a uno y otro lado de
la línea del sadismo, en las que el narrador no toma partido, se limita a
certificar. De ahí esas incursiones en sexo carnívoro pero de aspecto
cotidiano.
Lo
que Chukri entrega son paréntesis en la realidad, o en otra realidad que,
fuertemente, nos hace sentir que existe. Se menciona con frecuencia el carácter
autobiográfico de la obra, o la autoficción, un vocablo que a Chukri le llevaría
a levantar las cejas. Bebe de lo que ha vivido, con desgarro, pero lo presenta
como una cocción de lo que le ha construido como escritor. Es una suerte de
poeta de los malditos, un defensor, sin proponérselo, de la voz de los
miserables. Los relatos han empezado en cualquier momento antes del que se
refleja, y terminan cuando ya conocemos a los personajes, su humor, sus
reacciones, su desdicha. Aunque no parece que la intención de Chukri sea la
defensa del desfavorecido, sino hacer de espejo a la vida que transcurre en las
calles.
A
la hora de la verdad, la consistencia de su obra es demoledora, sobre todo
porque se trata de alguien que tiene algo serio que contar, y lo cuenta sin
rodeos, con una sencillez que aturde. Al leer estos relatos nos damos cuenta,
también, de que los seres que los pueblan son presas del mal de la resignación.
Así podemos leer expresiones como: “A veces, el verdadero amor es cuando tú
viajas en un tren y tu amada en otro que va en sentido contrario”; o “la
relación con los demás no es más que una ilusión”; o esta de corte demasiado
existencialista, que nos aproxima al final voluntario de la vida: “En la
existencia hay un gran hueco por el cual se accede, poco a poco, hasta alcanzar
el abismo de la nada absoluta”. Uno debe asomarse a ese abismo, sin miedo,
aunque sea a través de la obra de Chukri. Si uno pretende salvarse, signifique
eso lo que signifique, no debe negarse el derecho a conocerlo.
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