Tierra
Alberto
Torres Blandina
Candaya
Barcelona,
2024
720
páginas
Hay
personas que viven hacia dentro y otras que viven hacia fuera. Esa misma dicotomía
sucede en los procesos de creación: hay quien prefiere hurgar en su propia
memoria y en sus sentimientos creyendo que son universales, y a veces
consiguiendo que lo sean, y hay quien sale a conocer el mundo y su éxito
consiste en conseguir que nos creamos que no lo está conociendo, sino creando.
Hay lecturas que nos descubren lo que somos, una gota en el océano, y darnos
cuenta de esa insignificancia es lo que nos lleva a valorar a los demás. Tierra
es un ejercicio de empatía en el que participan tantos protagonistas que nos
ayuda a ubicarnos en el mundo, aunque nos deja con la sensación de que nos
gustaría acompañar más en las emociones a quienes aquí aparecen. Es un proyecto
grande que da la sensación de ser el inicio de un gran proyecto. Alberto Torres
Blandina (Valencia, 1976) ha abierto ventanas para recorrer el mundo a través
de las figuras de personas que lo habitan en casi todas las regiones del planeta.
Al mismo tiempo, ha organizado toda la información en una narración cronológica
que describe los últimos sesenta años de memoria de la humanidad. Tierra
es un mapamundi, pero también es un atlas cronológico.
Con
frecuencia nos olvidamos que tras eso que llamamos historia están las historias
que nos afectan: frente a las cifras y datos, frente a los nombres de los reyes
y las guerras bautizadas, está la historia de las personas, gente que podríamos
ser nosotros, en definitiva, está la humanidad. Hacia ahí apunta Torres
Blandina en este proyecto que es, digámoslo sin tardanza, uno de los más
interesantes que ha dado la narrativa española en las últimas décadas. Nuestro
autor lo irá explicando, deteniéndose de vez en cuando para hablar sobre la
construcción de la obra, sobre su trabajo de investigación y contacto, y sobre
su forma de organizar los testimonios, interrumpiendo así la cascada de sucesos
y los viajes extraordinarios a los que nos somete. Ha localizado a perdedores a
lo largo de toda la geografía, pero no son perdedores cualesquiera: son
perdedores que no han naufragado, que no son los más pobres, que hablan idiomas
y tienen fácil acceso a internet. En cierto sentido, se asemejan al posible
lector de esta obra, que también forma parte de la geografía humana que
construye la historia contemporánea, la de verdad, la que importa.
El
libro está compuesto por fragmentos, pero cada uno de ellos forma parte de un
puzle que tiene sentido: vemos cómo lo que llamaríamos acontecimientos
históricos —la caída del muro de Berlín, el genocidio de Ruanda, los atentados
del 11M, etc.—, y algunos de calado más local, han ido modificando las vidas de
estas personas. Ellos son los protagonistas, y al igual que una novela histórica
se caracteriza porque los hechos históricos convierten a los protagonistas en
crisálidas de las que saldrán transformados, en esta obra asistimos a una
constante transformación, pero no ya haciéndose crisálidas, sino manteniéndose
activos, intentando sacar la vida adelante. Torres Blandina no se complica con
el lenguaje ni crea subtextos: utiliza un lenguaje sencillo, como si estuviera
construyendo un libro de bocetos, en el que como pieza literaria existe lo que
se lee. Pero Tierra es algo más que una pieza literaria, si entendemos
la literatura como una construcción verbal: Tierra es un trozo de
realidad, muchos trozos de realidad, de esa realidad sobre la que habita el ser
humano. Es, por tanto, un libro muy nuestro.
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