Respira
Tim
Winton
Traducción
de Eduardo Jordá
Libros
del Asteroide
Barcelona,
2024
257
páginas
«Me
pregunto qué estará haciendo hoy la gente corriente». La cuestión planteada
resume el afán de los adolescentes que buscan la felicidad. Hay que elegir: o
largarse a un templo para orar entre Budas de jade intentando atrapar la
espiritualidad, o lanzarse en parapente desde lo alto de una cumbre de más de
ocho mil metros. O la sabiduría o la adrenalina. Pero, ¿no estamos hablando de
adolescentes? Entonces hay que pensar en la adrenalina. La gente corriente
seguirá con su rutina mientras uno se busca la vida mientras camina sobre su
sueño.
Eso
es lo que le sucede al protagonista de Respira, que a los quince años
tiene muy claro que el sueño del surf es el sueño de la libertad. Nos lo cuenta
desde una edad en la que ya se ha matizado ese sueño y se ha dado cuenta de que
la libertad también está en seguir teniendo sueños. La novela supone un
acercamiento a los recuerdos sin nostalgia, de ahí ese estilo que no pretende
sorprender con recursos poéticos. Nos acerca a un ambiente muy especial, en el
que se crio el protagonista, en el que se une algo tan positivo como es la
naturaleza con algo que nos hace ser extraños en el mundo, como es el hecho de
estar un tanto aislados. Allí conoce a un amigo especial, que representa la
idea de libertad que conocimos a través de Huckleberry Finn, por ejemplo. Con el
tiempo irá matizando esa idea sobre él, para convertirle en alguien más humano,
es decir, con sus conflictos: «Desde entonces lo he juzgado a menudo como el
inagotable poseedor de una inútil valentía física, y esta característica diferencial
lo distorsionaba de algún modo ante mí, me impedía juzgarlo con mayor sutileza.
Pero ahora que soy mayor miro retrospectivamente a Loonie con confusa tristeza
(…) a pesar de que yo seguía sintiendo admiración por él, lo odié por haber
dicho lo que había dicho».
Lo
inagotable es el agua. La relación que tienen con el agua los personajes sobre
los que versa esta obra nos devuelve la idea de que este líquido es la mayor
bendición. Mares, olas, ríos… son los entornos en los que corren aventuras, las
más grandes sobre una tabla de surf, y de cada aventura se extrae una mirada
más nítida sobre el mundo. En realidad, lo que van haciendo es crecer,
aprender, madurar. El agua, y los parajes del agua, son a la vez compañía y
ambiente. Para estos muchachos, que sienten que el lugar donde están obligados
a crecer no es su lugar en el mundo, es fundamental descubrir cómo desprenderse
del miedo: con estos amigos, en este sitio. Pero crecer supondrá, también,
descubrir las otras aristas del poliedro que es la condición humana. Uno desconoce
la biografía de Tim Winton (Perth, Australia, 1960) más allá de lo que se recensiona
en la solapa, pero no es difícil imaginar que en esta novela ha intentado hacer
un homenaje a lo mejor de lo que ha sentido en su propia vida. El pasado seguirá
siendo esa fuente inagotable en la que brotan las hierbas de la imaginación.
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