Las
reinas del mar
Mauricio
Wiesenthal
Acantilado
Barcelona,
2024
444
páginas
Mientras
nos empeñamos en llegar a la cima de la nada, olvidamos que el viaje es meta,
porque es compañía, música, baile y amor. En realidad, nos convencemos de que
debemos sumar alguna medalla para compensar las desgracias, para sentir que
nada nos impide superarnos, ni siquiera las amputaciones. Pero esto es una
forma muy poco refinada de tortura. Impide salir a la calle con ánimo de
aprovechar lo que pase de largo dejando que pase de largo. ¿Es preferible ser
espectador del mundo o protagonista de una vida? Nos convencemos de que debemos
ser ambas cosas y nos esforzamos por ello, cuando lo ideal sería no proponerse
ni la actividad ni la contemplación: para conocerse a uno mismo, nada mejor que
centrarse en los demás. Incluso en la etapa de la vejez, cuando creemos que ya
no hay que rendir cuentas, cuando sabemos que nadie nos está esperando en
ninguna parte. De lo contrario, caeríamos en el riesgo del exceso de narcisismo
mitificando nuestros días y nuestras noches.
La
vida de Mauricio Wiesenthal (Barcelona, 1943) se ha consagrado al sacramento
del viaje. En buena medida, ha contribuido a la sacralización del viaje ideal,
que en nada se asemeja al del turista, donde todo está diseñado para garantizar
seguridad. En este libro, Las reinas del mar, el propósito es
biográfico, partiendo de los grandes barcos en los que ha vivido, partiendo de
la realidad y el simbolismo del mar y la navegación. Hay lamento y hay oda a lo
que él ha sido, a lo que le ha formado, lo cual nos lleva a un cierto tono
elegíaco, pero vital. Wiesenthal nos habla mucho más de enamoramientos que de
lugares, de sensaciones que de actos. Se muestra como un hombre de otra época,
bastante renacentista, y nos devuelve esa anglofilia que ya habíamos
descubierto en anteriores obras. La otra filia que se destaca tiene que ver con
un cierto espíritu aristocrático, con una clase social en la que se impone, o
se debería imponer, la exquisitez, las buenas maneras, el buen gusto. Aunque pueda
ser un oxímoron, asistimos a la esencia de la vida de un bohemio con dinero. Hay
un nivel de lectura reaccionario, pero sin asustar, pues nos referimos a ese
pensamiento que todos tenemos con frecuencia, cuando estamos convencidos de que
la vida era mucho mejor antes. En realidad, antes éramos más jóvenes y más
capaces de actividad, de hedonismo, de movimiento.
No
se puede ser sublime sin interrupción, por muy esteta que uno sea. Ese
propósito nos llevaría a darle más importancia al parecer que al ser, cuestionando
nuestro ego: «un espíritu de libertad intelectual y de elegancia ilustrada que
marcó mi formación», dice Wiesenthal cuando descubre la cultura francesa. Más
adelante se justifica, anunciándonos el porqué de ese estilo de escritura que
es poco frecuente en la literatura actual: «Si cuento estos pormenores es
porque creo que así mis lectores comprenderán mejor mi estilo antiguo de
romanceador, mi personalidad y mi forma de narrar alla maniera modernista,
cuando consigo surfear las ondas, complaciéndome en la bajamar de mi vida y en
la pleamar de mis últimas memorias». Esa sinceridad nos da las claves, las
razones por las que puede interesarnos esta obra.
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