Si la adelfa sobrevive
al invierno
Stefan Popa
Traducción de Catalina
Ginard Féron
Armaenia
Madrid, 2021
437 páginas
La historia de los
Balcanes es semejante al ave Fénix, una historia de pueblos que se ven
obligados a renacer, a reinventarse, a buscar su recodo en el que sobrevivir
para poder crear una vida a partir de entonces. Este es el espíritu que
sobrevuela en la novela: conseguir que exista lo que parecía desaparecido,
recordar que a través del relato se recupera la identidad social, histórica y
cultural, todo eso que, a veces sin que nos apetezca, contribuye a construirnos.
Podríamos hablar de un relato cauterizante, si consideramos que el renacimiento
del ave Fénix es también una cauterización. Consumidos casi hasta las cenizas,
los arrumanos, que da la sensación de que los conflictos no les permitieron
ser, se nos presentan vivos, pero con anuncio de muerte.
El protagonista de la
novela es un profesor al que el médico le vaticina seis meses de vida a causa
de un tumor cerebral. Y a lo largo de su existencia se ha visto obligado a
reinventarse varias veces, como tras la temprana muerte de su madre, la de su
mujer y la, más temprana aún, muerte de su hija. Su anhelo de vivir es
templado, como si asistiera al mundo a modo de espectador y no de protagonista:
“Ya nada importaba. La muerte de su madre había liberado a Pitu, la muerte de
su mujer lo había aislado, la muerte de su hija le permitía destruirse”. Se
trataría de una obra costumbrista si estuviéramos familiarizados con las
costumbres. Pero no lo estamos. Tal vez sí con la secuencia que se alterna al
relato del presente, que es la del padre en plena guerra. ¿De qué guerra se
trata? A la hora de la verdad, no importa, pues la idea es saber que la guerra
fue parte del pasado de todos los arrumanos, y de todos los pueblos que les
acompañan. El lugar del que nos habla Popa se antoja al margen del tiempo, como
si estuviera congelado desde hace cien años. Pero, de repente, los
protagonistas hablan de Netflix o de los Pokémon. Y nos damos cuenta de que
bien podría tratarse de gente con la que conviviríamos si no les estuviéramos
dando la espalda. Y es entonces cuando la novela consigue el efecto buscado,
que es el de considerar que no todo se ha perdido, que cabe resurgir, que el
hecho de que exista el relato ya está haciendo brotar sangre de las cenizas.
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