La
vida de ellas
Tamura
Toshiko
Traducción
de Kuniko Ikeda y Marta Añorbe Mateos
Satori
Gijón,
2025
285
páginas
En
ciertas temporadas, parece que lo que busca el lector es relatos de jóvenes a
los que el demonio haya reventado por dentro. Reventar no es lo peor que puede
hacerle a uno el demonio. Hay otras formas de consumirse. Si vivir consisten en
huir detrás de un sueño, lo peor es darse cuenta de que a uno le quitan el
suelo bajo los pies, y en ocasiones caer sin remedio, porque no te diste cuenta
de quién era el que te condenaba, merced a que esgrimía una sonrisa. La
cortesía es uno de los mejores inventos, excepto cuando la manejan los clientes
del mal. Algo de eso se trasluce en estos relatos costumbristas, naturalistas,
vivenciales, de Tamura Toshiko (Tokio, 1884 – 1945), en los que a las protagonistas
no les resulta fácil vivir, porque en la vida intervienen los demás. Y esos
demás incluyen a los que crearon las tradiciones en el pasado, y la tradición,
maldita sea, es dogma. Las tragedias pueden ser domésticas.
Toshiko
sabe que lo que importa a la hora de crear es ser sensible. La sensibilidad,
por su parte, la llevará inevitablemente a una suerte de rebeldía: no cabe
aceptar con resignación lo que nos muerde los tobillos. Y en el Japón de
principios del siglo XX a las mujeres les mordían demasiado los tobillos las
tradiciones familiares, los roles atribuidos. De ahí estos personajes que
buscan la libertad en la creación, en el arte, en la literatura, algo que no
debería ser dañino para nadie. Pero este conflicto nos llevará a conocer los
miedos de estas mujeres, que tiene relación con los vínculos sociales y
familiares, con lo institucional y lo más próximo a la piel. Somos seres
alienados y la huida a través de la imaginación se nos hace necesaria. Toshiko
escribe con delicadeza, sin rencor, sobre asuntos que bien podrían tratarse con
recursos de realismo descarnado. Y eso se agradece. No nos expone cómo se
revientan las protagonistas bajo el imperio del diablo, sino como se emocionan
y luchan, a continuación, contra las termitas que pueden devorarnos.
A
juicio de los antiguos griegos, uno de los grandes males que padecemos es la
resignación. Esa palabra es la que da título a la narración más extensa de esta
recopilación, y no es casualidad. En ese Japón que se nos describe, había pocas
promesas para salirse del destino con el que uno parecía haber nacido. Nuestras
protagonistas miran hacia esas promesas como el caminante nocturno mira hacia
las estrellas. Pero la vida les exige abnegación en su tránsito por este valle
de lágrimas. La belleza la ha encontrado la autora, y parece querer compartirla
con estas mujeres, que ella crea, que se debaten entre los deberes familiares,
la educación tradicional y una nueva vida que saben que debería ser posible forjarse.
La palabra clave tal vez sea posible. Algo puede ser improbable, pero no
tiene por qué ser imposible si uno sabe que cada uno de sus sueños le pertenece.
La resignación nos indica que debemos quedarnos con los sueños como tales. De
ser así, seguiríamos en las cavernas. Sacar a la luz y reclamar que tenemos
derecho a perseguir los sueños nos ayuda a bregar en un mundo en el que el
diablo se presenta como termitas en nuestros huesos. Por eso ha sido tan
necesaria la contribución, por pequeña que fuera, de autores como Tamura
Toshiko.

No hay comentarios:
Publicar un comentario