El
futón
Tayama
Katai
Traducción
de Rumi Sato
Satori
Gijón,
2025
173
páginas
¿Qué
clase de amor es esta que nos lleva a hacer el ridículo? El futón es una
novela breve en la que el que ama, el protagonista, un hombre maduro, padece esa
clase de amor que nos lleva a tomar decisiones disparatadas. La persona amada
es mucho más joven que él, y eso le pone en riesgo de perder la vergüenza. Para
evitar que esto suceda, lo que hace es tratar de aparentar que se mantiene en
sus cabales. La relación entre ambos es la propia del profesor y la alumna,
aunque en este caso hablamos de un tutor que se hace cargo de una muchacha de
provincias que acude a formarse a la gran ciudad. El hombre está casado y
siente una desidia enfermiza por ella, que se traduce en faltas de respeto. Y
la muchacha, a su vez, está enamorada de un joven, con quien mantiene una
relación de noviazgo propia de los veinte años. Dado que estamos en una sociedad,
la japonesa, de principios de siglo XX, el hombre considera que debe ser
estricto en cuanto y mantener a la muchacha a raya, dentro de unos cánones de
conducta que están evolucionando y en los que la gente de su generación no
termina de encajar. Tal impulso se lleva a un extremo que, a día de hoy, leemos
como una exageración, y las decisiones que toma implican que, a nuestros ojos,
está haciendo el ridículo. No sólo eso, sino que además, comprobamos cómo va a
provocar algo muy diferente a lo que pretende.
Debemos
aclarar que nuestro protagonista está inmerso en una versión propia del spleen,
al cual ve como única salida posible la ilusión, el deseo, pues será deseo lo
que sienta por la muchacha. Esto le lleva, como hemos comprobado en tantos
relatos anteriores en los que se ha tocado el asunto, a convertirse en una
persona que no es de fiar. Lo cual le ancla, aún más, a sus principios: el
hombre, el cabeza de familia, es el único conocedor auténtico de la naturaleza
humana. Así pues, hasta se siente con derecho a presionar para que se sienta
culpable aquel a quien el lector identifica como inocente. En realidad, los
únicos pecados que se comenten son de amor y de pasión.
Tayama
Katai (Gunma, 1872 – Tokio, 1930) se va metiendo dentro de la cabeza de los
personajes, mientras nos narra cada secuencia con una pulcritud sana, contraria
a la patología a la que nos enfrentamos. Se le considera uno de los primeros
escritores naturalistas de Japón, pero a esta representación de la realidad, añade
una intuición más propia del psicólogo, metiéndose dentro de la cabeza de los personajes
para atajar de cara al lector, pues nos dicta los sentimientos que les van
atravesando. La obra pretende ser sencilla y pretende ser humana, aunque para
ello penetre en regiones de una oscuridad que podríamos reconocer, sin tener
que caer en alardes negros. Y, como hace la editorial Satori con frecuencia,
viene acompañada de un prólogo, a cargo de Carlos Rubio, que nos introduce en
la obra de Katai y en la literatura de su tiempo, en la generación del desasosiego,
en el retrato del Japón de su época, en la crisis que resulta de enfrentar
tradición y modernidad. Los personajes definen los diferentes valores
culturales, a la vez que la escala de mando familiar. Estamos en una época en
que occidente comienza a ser el registro que da conciencia de cómo debe ser la
modernización en el resto del planeta, y los buenos maestros literarios son
capaces de llevar este asunto a las pequeñas tragedias familiares y personales,
consiguiendo un relato intimista y emocional.
Fuente: Zenda
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